It's true. All of it. The Dark Side, the Jedi. They're real.
Las luces se apagan, y los familiares acordes de John Williams resuenan en
las múltiples bocinas a nuestro alrededor; el título aparece y del fondo de la
pantalla surgen las palabras esperadas: Episode VII. Algo que muchos creíamos
jamás ver, cuando la siempre-cambiante historia de la mente creativa detrás de
este universo ficticio parecía haberse cristalizado ya: no habría más Star Wars
una vez finalizadas las precuelas. Pero la compañía del ratón tocó las puertas
del rancho Skywalker, y Lucas prefirió deshacerse de eso a lo que le había
dedicado su vida crear. Habría más Star Wars. Sólo restaba saber si esta
continuación sería un cálido y entusiasta regreso al Star Wars con el que
crecimos, o un cínico intento de explotar la nostalgia de los que nos hacemos
llamar fans. Un pensamiento reductor, porque Star Wars: The Force Awakens es
más que capaz de ser ambas cosas a la vez.
Episode I
Star Wars, la original de 1977 a la cual me rehusó a llamar “A New Hope”,
capturó la magia del cine como pocas cintas lo han hecho. George Lucas se
nutrió de amplios antecedentes para realizar lo que sería un maravilloso
sincretismo cultural. Kurosawa, Lang, Herbert y una miríada de autores de
literatura y cómics de varios países sirvieron como base para crear su
universo. Libros y descarta iones enteras se han escrito analizando la
postestructuralidad de Star Wars y función-autor de Lucas; la substancia que se
encontraba debajo de su función, que era recrear los seriales cinematográficos
de los que Lucas era fan.
Podemos ver que esto continuo de manera muy similar con las precuelas, pero
al igual que su contemporáneo y amigo Steven Spielberg en su más reciente
película de Indiana Jones, el resultado no fue muy satisfactorio. El
maniqueísmo central de la trilogía original fue reemplazado por matices grises.
El interés de Lucas de mostrar la decadencia organizacional de un gobierno y
mostrar cómo el maligno Imperio Galáctico no surgió espontáneamente sino que
fue la continuación y reemplazo de la antigua Republica; los Jedis, sucumbieron
no sólo ante los artilugios de Palpatine, sino en parte también por sus propias
deficiencias. Desafortunadamente, las limitadas capacidades de Lucas como
guionista y su consabido desdén por sus actores no lograron realizar su
compleja visión en la pantalla. El resultado fue algo nuevo y diferente, pero
deficiente, que distaba mucho de ser lo que los fans querían ver.
Incluso en las precuelas, podemos notar las mismas variadas fuentes que que
inspiraron a Lucas, pero a pesar de las enormes indulgencias de Lucas, volcarse
en sí mismo fue rara vez una de ellas. Star Wars: The Force Awakens, de manera
intencional, es radicalmente diferente en ese aspecto; es la primera película
de Star Wars en la cual su intertextualidad es enteramente interior. En otras
palabras, Star Wars: The Force Awakens es la primera película de Star Wars cuya
inspiración principal es otras películas de Star Wars. De cierta manera es
inevitable. J.J Abrams es un director que creció viendo cintas de Lucas y
Spielberg, por lo que es natural que esto se vea reflejado en su trabajo, así
como el trabajo de Lucas y Spielberg reflejaba aquellos que pertenecieron a
anteriores generaciones.
Episode II
Conocemos la historia: un joven en un planeta desértico y sin mucho futuro
se involucra en un conflicto de proporciones épicas gracias a algunas coincidencias,
inicialmente rechaza el llamado y con la
ayuda de un viejo mentor (que pronto fallece) empieza a cumplir su destino que
concierne, al menos al inicio, ayudar a hacer estallar un arma increíblemente
poderosa. Ya no es ni siquiera un Monomito Cambelliano; es un Monomito
Starwarsiano, y coincide con la intención de Lucas de darle una “métrica”
poética a la serie – y a la correspondiente Teoría Anular de Star Wars. La
correspondencia 1:1 con Star Wars ( y a menor medida, con The Phantom Menace)
ha sido la fuente principal de las criticas. Sin embargo, esto es parte
fundamental de la estructura de la saga de Star Wars; la familiaridad que
proviene de la confirmación reiterada es precisamente lo que necesitaba la
franquicia. Y, lo más importante, a diferencia de Jurassic World (de Colin
Trevorrow, futuro director de Episode IX) no fue meramente un refrito frio y
calculador que resultó retrógrado en su ethos, sino que logró capturar aquello
que se añoraba de la franquicia gracias al indudable fanatismo y talento
narrativo de J.J. Abrams.
Episode III
A pesar de que revitalizó la moribunda y decadente franquicia de Star Trek,
fue pobre forma de parte de Abrams hacerlo convirtiéndola en Star Wars. Por
otra parte, en esas dos cintas vimos por qué Abrams era la persona indicada
para traer de vuelta a la familia Skywalker: es un director ágil y capaz de
llevar una enorme fuerza y momentum a la pantalla; así como un talento especial
para manejar un elenco de personajes e integrarlos a la trama de manera orgánica.
The Phantom Menace fue la primera cinta de Lucas en décadas y vimos ahí
plasmadas todas sus deficiencias. Gracias al talento de su exesposa Marcia como
editora (que le mereció un Oscar), se logró esconder en Star Wars su preferencia
por tomas estáticas y escenas sin ritmo ni cadencia; por su parte, Abrams tiene
una influencia mucho mayor de Spielberg en su manera de hacer cine: sabe cuándo
mover la camera para darle un mejor impacto a lo que está tratando de plasmar.
Abrams se preocupa menos en los prístinos aspectos técnicos de una toma y más
en su función. El mejor ejemplo de ello es en lo que tal vez es uno de los
mejores momentos de la cinta: el duelo entre Rey y Kylo Ren. No es tan sorprendente
como ver la impresionante calidad atlética de Ray Park contra la juventud y
memoria muscular de Ewan McGregor, pero es mucho más efectiva, y recuerda a los
duelos entre Luke y Vader, un importante recordatorio que es más eficiente
poner emoción y caracterización por encima de coreografía.
Como Lucas, Abrams también tuvo influencias al momento de filmar la cinta,
y hay ciertos momentos como el ver a los Tie Fighters en medio de un ocaso que recuerdan
obras como Apocalypse Now!, pero dicho momentos son pocos; en general, lo que
Abrams quiere hacer es usar la trilogía original como templete, y el resultado
son algunas de las batallas aéreas mejor contadas de la saga, que distan mucho
de la confusa cacofonía de naves espaciales que vimos en las precuelas.
Por por toda la destreza técnica desplegada en la película, no es ahí donde
encontramos lo que hace a Star Wars: The Force Awakens funcionar. Para eso, hay
que enfocarnos en un talento particular de Abrams que hemos visto en sus otras
cintas: los personajes.
Episode IV
Fue hasta que se confirmó que Mark Hamill, Harrison Ford y Carrie Fisher
retomarían sus papeles que tomó forma la cinta y se empezaron a moldear
nuestras expectativas. Era un arma de dos filos: la nueva trilogía no podía ser
sobre ellos, pero no podían ser sólo apariciones especiales. Además, habría que
recordar las palabras de Orson Welles, quien dijo que un final feliz dependía
de cuándo acaba una historia. Ese final de Return of the Jedi, todos juntos y
felices, seria invalidado pro forma. Incluso, era obvio que uno de ellos
tendría que ser sacrificado dentro de la historia.
Quién no era particularmente difícil de determinar. Matar a Luke Skywalker
seria un despropósito, ya que siempre puede regresar gracias a sus habilidades místicas.
Además, sabemos que Hamill se lamentaba de haber dejado de ser Luke justo
cuando se había convertido en un Jedi. Matar a Leia, sinceramente, no habría
tenido el impacto de matar a los otros dos, así que sólo quedaba una opción.
Ford hace mucho que quería morir en una película de Star Wars (y por los
accidentes en el set, parece que las películas estaban de acuerdo) y por fin se
le cumplió su deseo.
Francamente, no pudo haber sido en un mejor momento. Ford se mostró más
lleno de vida y de emoción en Star Wars: The Force Awakens que en cualquiera de
sus otras películas, incluso la de Indiana, cuyo personaje tiene en mejor
estima. El Han Solo que vemos es distinto, obvio, con el peso de la edad
encima, pero sigue siendo la sabandija que todos añorábamos. Es, también un
poco más sabio, ya que ahora su papel es el del Maestro, el guía que le cuenta
a las nuevas generaciones que todas las historias que habían escuchado no eran
mitos; eran la verdad.
Era posiblemente uno de los pesos más grandes en los hombros de Abrams:
tenia que darle a uno de los originales su ultima aventura y retirarlo con toda
la dignidad y respeto del mundo, con la ayuda de Ford, lo logró. Un ultimo
viaje a bordo del Millennium Falcon al lado de su mejor amigo y un ultimo y
tierno abrazo al amor de su vida antes de darle el mando del Millennium Falcon
– literal y figurativo – a la nueva generación antes de morir haciendo eso que
tanto amaba: desactivar plot devices.
Leia tiene una presencia menor, pero esperemos que eso cambie en futuras
entregas. Por su parte, aunque no lo vemos hasta el final, y no tiene ningún
dialogo, la presencia de Luke se siente a través de toda la cinta. Es el
Macguffin, sí, pero muy efectivo, ya que nos deja con muchas expectativas para
el siguiente episodio. Y es notable cómo Hamill, en sus pocos segundos en
pantalla, logra darnos con su actuación mucho material para especular durante
esta espera de dos años.
Fue una fina línea la que Abrams caminó. Star Wars: The Force Awakens no es
sobre Luke, Han y Leia, pero su presencia es de una importancia inconmensurable
para la cinta.
El séptimo episodio de Star Wars es acerca de los que heredaron las llaves
del Millennium Falcon y el sable de luz azul. Sorprendentemente, la receptora
de los dos símbolos más semióticamente poderosos de la franquicia resultaron
ser la misma persona.
Episode V
Cuando conocemos a Finn, ni siquiera tiene nombre. Como todo Stormtrooper,
fue creado con el único y expreso propósito de servir a sus maestros. Cuando ve
por primera vez la maldad del First Order en toda su gloria, decide escapar y
continuar sin rumbo hasta que algo le de un propósito en la vida. En cierta
medida, su arco recuerda al de Han, excepto que Finn nunca fue tan egoísta,
sino que simplemente era cobarde.
Cobardía es algo de lo que no se puede acusar a Poe Dameron. Poe es una de
las estrella de la Resistencia. Es su mejor piloto y el más valeroso, tanto que
le encomiendan la misión de vital importancia con la que inicia la película.
Dos personajes básicos y arquetípicos. En papel suenan bien, pero les
agregas a John Boyega y a Oscar Isaac para interpretarlos, y tienes más que
eso: tienes a personajes de Star Wars. La relación entre los personajes fue una
de las claves que hicieron a Star Wars lo que fue, y en los pocos minutos que
minutos que Finn y Poe aparecen en pantalla logran lo que Lucas no pudo en tres
películas con Anakin y Obi-Wan. Si se logra mostrar que los personajes se
importan entre ellos, se recorre un gran camino para hacer que a la audiencia
nos importen.
Y Rey.
Rey es la Fuerza que Despierta del titulo. Es una “chatarrera” cualquiera
cuyos padres abandonaron y… oh, ya saben. Sigue la misma línea de Luke, letra
por letra, excepto que su origen misterioso que conoceremos en la siguiente
entrada ya viene incluido, y no fue añadido en retrospectiva en la cuarta
revisión del guion de la secuela. Es sorprendentemente adepta a la Fuerza,
probablemente más que Anakin o Luke, ya que es capaz de no sólo de dominar casi
instantáneamente habilidades que a ellos les tomó tiempo en hacer, sino que lo
logra sin siquiera saber que existen. Most Impressive.
Su capacidad para blandir un lightsaber o pilotear el Millennium Falcon
hace que algunos la estén criticando por ser un “Mary Sue”, lo cual es curioso
porque rara vez se hace esa queja cuando se trata de otros protagonistas. Como el
autor de cómics Mark Waid aptamente señaló, incluso si es un Mary Sue no es
algo de facto negativo; la versión de Jerry Siegel de Superman era 100% un Mary
Sue (o su contraparte masculina, Gary Stu), y no veo que se use contra Batman, que demuestra habilidades
superiores en todos los campos de una manera difícil de justificar incluso con
sus vagos años de “entrenamiento”. Prácticamente todos los héroes de acción
demuestran capacidades por encima de lo creíble, pero curiosamente sólo a Rey
la critican por eso. Claro, para eso además hay que olvidar que Anakin pido
pilotear un starfighter hasta destruir la base de la Trade Federation a pesar
de no saber cómo pilotear o actuar. También se tiene que dejar de lado que Luke
pudo enfrentarse – y eventualmente derrotar – a Vader aunque nunca tuvo nadie
con quién practicar el uso de un Lightsaber.
Sí, Rey parece más poderosa en la Fuerza que sus antecesores, pero no de
una manera particularmente sobrecogedora. Criticarla por ello es,
sencillamente, ridículo.
Lo que sí es particularmente es un gran personaje, con Daisy Ridley imprimiendo
esa inocencia, capacidad de asombro y sinceridad que Mark Hamill logró con Luke
hace casi 40 años.
Rey es orgullosa heredera del manto de Leia y Padme. No sabemos si es un
Skywalker, aunque la verdad, hay un 100% de posibilidades de que lo sea, y como
sus antecesoras, no es una damisela en desgracia. Leia en su tiempo rompió
paradigmas. Creada en el linaje de Dejah Thoris o Dale Arden, Leia era valiente
y decidida; mucho más que una princesa. Padme, hay que recordar, fue la
encargada de dirigir el ataque que rompió el sitio de su palacio. Lo que hace a
Rey diferente es que tanto Leia como Padme fueron partícipes de la historia de
alguien más, y fueron relegadas en subsecuentes entregas. Padme, en particular,
fue reducida a un estereotipo para Revenge of the Sith. No creo que eso le
ocurra a Rey porque ella es la protagonista de esta historia, y el punto focal
del cual se desarrollara la trilogía de secuelas.
Con ella completando el triunvirato, tenemos lo más cercano a un Star Wars
renovado y renacido para nuevas generaciones y que sirve para proporcionar esos
‘role models’ que todos tuvimos y encontramos en las películas originales.
En el mejor de los casos, es difícil que una historia nos de un personaje
memorable, el que Star Wars: The Force Awakens nos de tres es posiblemente lo
mejor que J.J. Abrams pudo haber aportado a la franquicia.
Episode VI
Toda saga necesita un comienzo, y todo héroe necesita un villano, lo que
nos lleva a Kylo Ren. Si Rey es la heredera del lado femenino de la familia
Skywalker, Ben Solo-Organa es el del lado masculino. Y así como Rey es más
poderosa en la Fuerza, Ben es más poderoso en el berrinche y los pataleos.
Abrams nos lo presenta en una manera similar a cómo conocimos a Darth Vader: en
medio de stormtrooopers dirigiendo una matanza. Pero para cuando conocimos a
Vader ya había dejado de ser Anakin, era un villano formalmente creado, no así
con Kylo, cuyo descenso hacia la maldad es simétrico con el ascenso de Rey al
heroísmo. Cualquier conflicto dentro de Vader podía ser detectado sólo por su
hijo, pero el conflicto y la dualidad de Kylo Ren está ahí para que toda la
audiencia lo vea. Fue posiblemente el único riesgo que tomó Abrams - el mostrar
a Kylo de esta manera - sabiendo que de todos los obstáculos que tenia que
sobrepasar, el crear un villano que iguale al que es posiblemente el mejor de
todo el cine era prácticamente imposible, así que decidió ir en una dirección
diferente. Rey tal vez sea Luke Skywalker, pero nunca nadie confundiría a Kylo
Ren con Darth Vader a pesar de su predilección por el negro.
En toda la película, Abrams evade la exposición de una manera que es
refrescante en en estos días de blockbusters sobresaturados de basura. Pero
esto no resulta satisfactorio en todos los aspectos, en particular en lo que
concierne a The First Order. Sabemos, por lo que se ha dicho en entrevistas,
que fueron los Nazis Espaciales que sobrevivieron su derrota y huyeron a la
Argentina intergaláctica. Pero no sabemos mucho más de la situación, eh,
galaxopolítica en la que se desarrolla la historia. Hurgando en el poco
material adicional que hay, se puede determinar que existe una Nueva Republica,
y que The First Order es una especie de Estado Islámico que tiene cierto
control de territorios adyacentes. De todo lo que quiso emular Abrams de Star
Wars, la claridad del conflicto, y la inmediatez de la participación de los
involucrados, del Imperio vs los underdogs no fue una de ellas.
Episode VII
Es fácil desestimar Star Wars: The Force Awakens como un simple refrito de
Star Wars, pero hacerlo refleja una testarudez similar a la que cegó a los
supuestamente críticos en el estreno de esta ultima en 1977.
Sí, es una historia muy similar y familiar, justo como lo era la original,
justo como lo es todo lo que vemos porque la creación de historias no es más
que una mezcla y un remix de lo que ya existe; conectamos con ellas porque son
parte de nuestro inconsciente colectivo y fue justo eso lo que Lucas explotó en
1977 y lo hace ahora Abrams en el 2015.
El periodista Bill Moyers dijo la ultima palabra sobre Star Wars en uno de
los tantos documentales al respecto: es muy divertido ver Star Wars. Es
engañosamente simple, pero traiciona un mayor complejidad: es difícil hacer una
cinta que contenga esa elusiva ‘magia’ que hace a los adultos ser niños de
nuevos y a los niños y niñas imaginar. Star Wars: The Force Awakens captura ese
vertiginoso espíritu de acción y romance; el élan ostentoso clásico de
aventuras de la trilogía original que lo pone por encima de muchas otras
muestras de cine supuestamente de “valor”
Es muy, muy divertido ver Star Wars.
La Historia ya no es provincia de un solo hombre, como Superman o Batman o
Star Trek ya trascendió a su creador. Y justo como en los cómics, la Historia fue abierta para que sea reinterpretada para nuevas generaciones siguiendo las pautas marcadas por las originales, pero sin necesidad de borrar lo que ya conocemos. Gracias a eso Abrams pudo crear un
amoroso homenaje que con respeto muestra lo que una cinta de Star Wars debe de
ser, pero no de la manera infantil e insulsa como lo que vimos en Man of Steel
(vis-a-vis Superman Returns) o The Incredible Hulk (Hulk) sino con emotivo
cariño a la esencia.
Star Wars debe de ser una experiencia cinematográfica distinta a cualquier
otra, con la excepción de otra película de Star Wars, y con un respeto hacia la
Historia que lo llevó ahí pero plantando las semillas para el futuro, J.J.
Abrams logró lo que ni George Lucas pudo: traer balance a la Fuerza.
--Héctor
--Héctor