"‘Twas the Night...”, Uncanny X-Men v1 #230
Los mediados de los 80s fueron una época rara para los mutantes más famosos de Marvel. Habían fallecido supuestamente frente a las cámaras, lo que les permitió esconderse y operar en secreto. La hechicera Roma les había pedido que derrotaran a los Reavers, una banda de ladrones cyborg con una base inexplicablemente bien equipada situada en medio de las planicies Australianas. Los Reavers contaban también con la ayuda de Gateway, un aborigen australiano mudo que tenia la habilidad de teletransportación, y una vez que los X-Men desplazaron a los Reavers, Gateway decidió ayudarlos a ellos.
Pero el no estar en la Mansion X no es excusa para no tener una bonita historia de Navidad.
Los X-Men se encontraban, como es su costumbre, afinando sus habilidades mutantes, sin tomar nota particular del día que era.
Investigando la base de los Reavers, Longshot se encuentra con algo impresionante: todo el botín que la banda de ladrones había acumulado todos estos años. Ya que loa vagamente especificadas habilidades de Longshot incluían poderes síquicos, Longshot "siente" las impresiones mentales de los dueños de todos esos objetos robados.
Los X-Men debaten brevemente sobre qué hacer con el tesoro, y aunque algunos como Wolverine piensan que es una perdida de tiempo, Storm, que sabe que lo correcto es regresarlo y que su equipo necesita algo de esperanza porque, de nuevo, están varados en el desierto de Australia, todos piensan que están muertos y en general era un tiempo bastante deprimente para ser un X-Men.
Con algo de trabajo en equipo, logran compilar una lista de las personas a quienes les pertenecen los objetos.
Y se dan a la tarea de entregarlos, con Claremont canalizando a Clement Moore y usando sus infravaloradas habilidades como escritor poético:
Incluso se encuentran con algo de buena voluntad en las calles.
Y hasta Wolverine se da cuenta de que fue lo mejor que pudieron hacer. La historia termina con un tierno momento entre Rogue y el entonces misterioso Gateway.
--Héctor
Los X-Men debaten brevemente sobre qué hacer con el tesoro, y aunque algunos como Wolverine piensan que es una perdida de tiempo, Storm, que sabe que lo correcto es regresarlo y que su equipo necesita algo de esperanza porque, de nuevo, están varados en el desierto de Australia, todos piensan que están muertos y en general era un tiempo bastante deprimente para ser un X-Men.
Con algo de trabajo en equipo, logran compilar una lista de las personas a quienes les pertenecen los objetos.
Y se dan a la tarea de entregarlos, con Claremont canalizando a Clement Moore y usando sus infravaloradas habilidades como escritor poético:
Incluso se encuentran con algo de buena voluntad en las calles.
Y hasta Wolverine se da cuenta de que fue lo mejor que pudieron hacer. La historia termina con un tierno momento entre Rogue y el entonces misterioso Gateway.
--Héctor