La semana pasada
se revelaron los nominados para la 88va entrega de los premios Óscar. Nuestro
amigo Emile ya nos compartió algunos datos al respecto, pero hay otras cosas
que quiero comentar.
#OscarsSoWhite
Esta ha sido la
gran controversia de las nominaciones, por segundo año consecutivo, los
nominados en las principales categorías se componen en su totalidad de caucásicos.
El director Spike Lee convocó a un boicot, al que se sumaron Jada
Pinkett-Smith, David Oyelowo y Don Cheadle. Aunque no se unió al boicot, George
Clooney publicó un editorial en el que les da todo su apoyo y se pregunta cómo
es posible que esto ocurra cuando en años anteriores se había hecho un mejor
trabajo nominando a personas de color.
Reconocer que es
un problema es aceptar que se necesita solucionar, y eso generalmente ocasiona
respuesta como “¿Quieres cuotas?”, “RACISMO A LA INVERSA” o “¿Por qué se debe
de solucionar? Que ganen los mejores”. Eso ultimo involucra asumir demasiado implícitamente,
como que los Óscares se otorgan en su totalidad a las mejores cintas (eh, no)
y, aún más problemático, si en un año no hay ninguna persona de color nominada
significa que las personas blancas son mucho muy superiores como artistas a las
de otras razas, lo cual también es completamente falso.
La razón por la
que no nominan personas de color es por el racismo sistémico e
institucionalizado, lo cual es uno de esos términos que hacen a muchas personas
rechazar cualquier otro argumento que siga. No significa que los malvados
hombres blancos están oprimiendo al afroamericano, sino que las estructuras socioeconómicas
favorecen y ponen en una posición privilegiada a las personas de raza blanca.
No es, necesariamente, un acto consiente, ni tampoco que los que se benefician
de ellos o lo perpetúan en sus ratos libres se ponen una capucha blanca y se
ponen a colgar personas. Pero es un hecho indisputable: la gran mayoría de los
votantes de la Academia son hombres, blancos y en su sexta o séptima década de
vida; no son precisamente el tipo que es particularmente receptor a los cambios
de paradigma de la sociedad actual. Además, la votación de la Academia favorece
directamente a películas blandas e inofensivas como The King’s Speech o The
Artist, aquellas que no hacen nada para desafiar el status quo.
El resultado es que
cintas con personas de color tanto en frente como detrás de las cámaras como Creed o Straight Outta Compton acaban recibiendo nominaciones…para las
personas blancas que participaron.
¿En que universo
puede ser eso algo normal y no el resultado de una arbitrariedad?
Creed, en particular, tenia todo para ser nominada. Fue universalmente amada por
la critica y por el público, tiene abolengo – una modernización de una antigua
ganadora al Óscar, realizada con una sinceridad y destreza por su director Ryan
Coogler que, por más que amé The Force
Awakens, J.J. Abrams no pudo alcanzar – y, esto es importante, es una
historia universal que poco tiene que ver con la raza de su protagonista: un
filme verdaderamente “colorblind”. La
Academia no tiene ningún problema en premiar películas acerca del sufrimiento
de los afroamericanos durante los años de esclavitud. Es, como el Holocausto,
un evento carente de controversia, con cualquier persona con un rastro de
intelecto y alma aceptando que fue un evento repugnante. Pero películas que
reflejan mejor la sociedad actual (como Selma)
o que retratan la “Experiencia Negra” (como cualquiera de Spike Lee), a esas la
Academia les huye como si no hubiera mañana.
Claro que Creed se nutre de la cultura afroamericana
pero ese no es el punto de la cinta. Y ni así pudo lograr una nominación. ¿Es Creed una mejor película que The Revenant? Bueno, sí, es un millón quinientas
treinta y dos veces mejor (hice los cálculos) pero el punto es que ni siquiera
tenia que serlo porque aún habían dos lugares en la categoría de Mejor Película
para que fuera nominada.
Creed y Straight Outta Compton son sólo
dos ejemplos. Tanto Idris Elba en Beasts
of No Nation o Samuel Jackson en Hateful
Eight dieron fuertes interpretaciones, al nivel de cualquiera de las
actuaciones nominadas.
El argumento de que “los mejores fueron nominados” se cae por sus pobres
fundamentos.
El fallar en
reconocer el talento y la diversidad actoral sólo disminuye al medio, y creo
que nadie de los que amamos al cine queremos eso.
Claro, otro
argumento es que los Óscares son irrelevantes y ganar uno no es garantía de
calidad o talento. Lo segundo es completamente cierto, pero lo primero no; los Óscares
son un importante evento cultural cuya importancia repercute en la industria y
en la cultura en general.
Al menos, todavía lo son; no lo serán mucho más si esto sigue ocurriendo.
The MexiCAN
Hay dos opiniones
que tengo muy arraigadas en cuanto al trabajo de Alejandro González Iñárritu:
sus cintas son simplistas, vacuas, superficiales y pedantes. Y las Academia las
adora con todo el corazón. El internet nos quiere convencer que Spotlight, una excelente cinta sobre la investigación
de los abusos de la Iglesia Católica, es la que tiene más posibilidades de
ganar, pero con 12 nominaciones no es descabellado considerar que The Revenant es ahora la nueva favorita.
The Revenant es
una película eminentemente oscareable. No puedes poner a Emmanuel Lubezki en
los parajes canadienses y darle la oportunidad de filmar con luz natural y no
tener una película que luce hermosa. Iñárritu aprendió uno o dos trucos en Birdman que le sirvieron para filmar una
impresionante batalla al inicio del filme. Además, con todo y su talento, si
arrastras a DiCaprio en el frio y lo pones a comer hígado de bisonte crudo, no
se necesita mucha actuación para hacer un buen papel. La cereza en el pastel es
que tiene ese toque político que le da sabor, ya que explora – superficialmente
y a través de los ojos de su protagonista caucásico – la situación de los
nativos americanos durante ese periodo.
The Revenant luce impresionante, tiene buenas actuaciones (la
verdad, preferí la actuación de Tom Hardy a la de DiCaprio, y también está
nominado) y tiene ese je ne sais quoi
hipócrita que la Academia tanto ama. Todo está en su lugar para que los
comentaristas de TV nacional y nuestro Amado Líder su cuelguen del éxito de
alguien que jamás hubiera podido hacer una película así de haberse quedado en
México. Por segunda ocasión consecutiva.
What a Lovely Day
Creo que yo, y
muchos de los que están leyendo esto, no estoy propiamente capacitado para
medir las probabilidades de Mad Max: Fury
Road de ganar Óscares. La razón es obvia: amamos la película y queremos, en
el fondo de nuestros corazones, que gane todos los Óscares; incluso para los
que no está nominada.
Eso nos lleva a
sobreestimar sus posibilidades. Pero si tratamos de ser lo más imparciales
posibles, podemos subestimar sus probabilidades reales. Acabamos pensando que
no va a tener mucho impacto la noche de la entrega.
Eso sí, si acaba
siendo un éxito y Miller gana un Óscar o, belleza de bellezas, la película gana,
todos nos vamos a sentir mal por no haberle tenido más fe y haber escuchado a
nuestros corazones.
I had a bad feeling
Algo de Nerd Rage
para el final:
Star Wars: The Force Awakens debió de haber sido nominada.
Los críticos y el
público la amaron, y nominar películas así es la razón por la que la Academia subió
de 5 nominados a Mejor Película a un máximo de 10. Películas que despiertan el interés
del publico pero que realmente no tienen ninguna oportunidad de ganar.
Es la primera vez
en mucho tiempo que la película en primer lugar de recaudación histórica no es
nominada a Mejor Película. Y nadie puede decir que Avatar lo merecía más. Alas, la Academia tiene tantos prejuicios contra
Star Wars como los que tiene contra los de niveles altos de pigmentación.
Durante un screening un reportero le
preguntó a un miembro de la Academia qué había pensado de la película. “La amé. Es fantástica.” Cuando le
preguntó si votaría por ella para los Óscares, le respondió: “¡Claro que no! Es Star Wars”
--Héctor