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    viernes, 9 de junio de 2017

    Un Nuevo Inicio: Wonder Woman


    I will fight for those who cannot fight for themselves

    A diferencia de muchas de sus contrapartes masculinas, Wonder Woman viene con una carga enorme de expectativas que necesita cumplir. 

    Después de todo, es uno de los personajes más importantes de la historia de los cómics. Creada por el psiquiatra William Moulton Marston en 1941 en All-Star Comics #8, fue la primera superheroina de las páginas de cuatro colores, y junto con Superman y Batman, ha sido un personaje que se ha publicado de forma ininterrumpida por casi 80 años; eso sin contar sus múltiples apariciones en animacion, videojuegos y la memorable serie de televisión protagonizada por Lynda Carter en los 70s. Es realeza de los cómics. 

    Pero también se debe de considerar su estatus como símbolo feminista. La ideología de Marston - que imprimía esos primeros cómics de Wonder Woman – no era que los hombres y las mujeres eran iguales, sino que las mujeres eran superiores y establecía a los cómics, en sus propias palabras, como “propaganda psicológica para el tipo de mujeres que deberían de gobernar el mundo”. Como la Kryptonita para Superman, la debilidad de Wonder Woman era ser encadenada, lo que la hacía perder sus poderes. Así, podemos ver múltiples instancias de Wonder Woman atada, encadenada, dominada y demás etcéteras en esos primeros años. Se le atribuye a un gusto en particular de Marston hacia el bondage, y si bien eso puede haber sido cierto, esconde los verdaderos motivos: Marston y su familia estaban fuertemente influenciados por los movimientos feministas de inicios del siglo XX – las sufragistas y las que buscaba acceso a control de la natalidad – en los que la ruptura de ataduras tenía un lugar prominente en su iconografía. La conexión era personal: la tía de la pareja de Martson fue la fundadora de Planned Parenthood, las clínicas estadounidenses bajo ataque conservador porque se atreven a dar cuidado femenino a mujeres de escasos recursos. 

    Esa versión de Wonder Woman funciona solo porque Marston creía genuinamente en su significado. Intentos recientes de retornarla como Wonder Woman Earth One del otrora magistral Grant Morrison funcionó más bien como guía superficial de feminismo para castrados. 

    Pero esta película no tenía solo la carga de adaptar a un personaje como Wonder Woman, sino de hacerla dentro del universo fílmico de DC Comics. Man of Steel, Batman v Superman y Suicide Squad, a pesar de haber teñido recaudaciones monetarias aceptables, habían sido destruidas por la crítica, lo que habían dejado una peste que obstaculizaba los intentos de WB de copiar el éxito de su rival Marvel. WB necesitaba no solo ganancias, sino el prestigio de tener en su haber una película que se pudiera decir que fue aclamada por la crítica y por los fans que formara parte de su universo compartido. 

    Ninguna de las tres películas anteriores había tenido semejante presión. Suicide Squad no tiene la importancia de otros iconos de DC; y Batman y Superman ya habían tenido más de un clásico del cine de superhéroes en su haber. La única presión que tenían Man of Steel, Batman v Superman y Suicide Squad era que metafóricamente no se comieran sus propias heces fecales, un estándar que de igual manera fallaron miserablemente en alcanzar. Por su parte, Wonder Woman tenía que hacerle justicia a un icono de los superhéroes, a un icono femenino y tenía que ser bien recibida por la crítica, por los fans y por la taquilla.

    Sin presiones.







    Realizar una película de origen de superhéroes es una tarea bastante sencilla; no se tiene que hacer siquiera una buena película completa (“El enfrentamiento final entre Iron Man e Iron Monger fue todo un clásico” es algo que nadie dijo) y se tiene al menos hora y media para lo que debería ser el elemento más importante: la caracterización del personaje principal. Desafortunadamente, después de 6 horas de metraje lo único que nos ha dejado este universo fílmico sobre Superman es que es un imbécil de esfínter obstruido, y aunque Batman no ha tenido una película de origen per se en esta corrida, en Batman v Superman no se mostró más que como un fácilmente manipulable idiota, así que se entiende la trepidación con la que se anticipaba Wonder Woman.

    Gracias al sutil entendimiento del personaje por parte de la directora Patty Jenkins, y con ayuda del guion de la misma Jenkins y Geoff Johns (ambos sin crédito, por políticas del gremio estadounidense de escritores) el temor resultó infundado y podemos decir que por primera vez en el universo fílmico de DC, contamos con un personaje plenamente desarrollado que encarna la humanidad y la compasión que se encontraban por completo ausentes en este pobremente estructurado y ejecutado universo de superhéroes.

    La clave fue la elección de Gal Gadot como protagonista. Como Chris Evans y Christopher Reeve antes que ella, tenía que interpretar a Diana con una sinceridad atrayente y una nobleza intrínseca. Diana no es como Bruce Wayne o Tony Stark que tienen que sobrevivir una tragedia para cambiar fundamentalmente su forma de ser; su esencia es heroica mucho antes de que se enfunde en su atuendo distintivo ya que su arco, la característica esencial de la narrativa, proviene de tener un más complejo entendimiento del mundo en el que vive mientras que inspira a todos a su alrededor.

    Wonder Woman logra hacer eso con creces.

    No mejor prueba de ello que la Escena del Helicóptero. Ahora bien, una Escena del Helicóptero no necesariamente involucra un literal helicóptero, pero es una referencia a ese momento en Superman: The Movie en el que vemos por primera vez a Superman siendo un héroe. Instintivamente sabemos lo que significa: después de haber pasado una hora conociendo a la persona debajo de la capa/tiara llega el momento de revelarlo – la música inicia su crescendo y vemos al héroe revelado en toda su gloria. Pero para que esto funcione, como funcionó en Superman: The Movie o Batman Begins, necesitamos el contexto, y el de Wonder Woman es el más puramente heroico de todos: cruzar la “Tierra de Nadie” para salvar vidas. ¿Quiénes? No importa. Lo único que importa es que son personas que necesitan ser salvadas. Eso es lo que los superhéroes hacen. El vistoso traje y los brazaletes son rasgos superficiales que lucen maravillosos en pantalla, pero sin el trasfondo se volverían algo tan hueco como Superman peleando con Zod por lo que parecen interminables horas. Dicho momento se ha convertido en algo tan icónico a tan pocos días del estreno, que tal vez ya debería de usar "Escena de la Trinchera" para referirme a esa clase de escenas de ahora en adelante.

    Es bastante fácil interpretar a un superhéroe si lo único que se tiene que mostrar es constipación ¿pero genuina sinceridad? Eso es más difícil. Y arriesgado. Y es lo que vemos en cosas tan simples como el alegrarse al ver un bebé o probar el helado, y aún más difícil cuando Diana tiene que enunciar diálogos cursis sobre la humanidad y el amor. La mención sobre la cursilería no es una crítica: los mejores superhéroes son cursi. No es un error, es un atributo.

    Wonder Woman es una heroína clásica que cree en lo mejor de la humanidad aun cuando se le revela su imperfección. Eso es lo que hace su jornada tremendamente satisfactoria, pasa de tener un ingenuo entendimiento de la humanidad a comprender la dualidad básica del ser humano, capaz de actos heroicos o terribles y que el significado del heroísmo es la capacidad de sacrificio y la compasión hacia nuestros enemigos.

    (A menos que equivocadamente asumamos que nuestros enemigos son dioses, en ese caso podemos atravesarlos con espada. Más sobre la dicotomía contradictoria de Wonder Woman después)



    Como la directora es mujer e imagino ha de estar acostumbrada a hacer el trabajo con el doble de eficiencia, el interés romántico interpretado por Chris Pine no puede ser un lastre para ser salvado como la mayoría de los personajes femeninos en películas de superhéroes. Steve Trevor es un personaje bastante heroico y carismático, y estoy seguro que todos concordaran que la interacción y química que tiene con Gal Gadot es lo que hace que la película suba de nivel. Esto es tanto una bendición como una maldición, ya que es perfectamente entendible que se objete a que Steve prácticamente pasa una gran parte de la película explicando el mundo de los hombres a nuestra protagonista. Steve tiene incluso un momento bastante heroico al sacrificarse al final de la película (como los Steves interpretados por un Chris tienen a hacer para terminar guerras mundiales) que amenaza con opacar a la protagonista. Por otra parte, el interés romántico tiene que morir para hacer crecer al personaje principal, cumpliendo el papel que comúnmente tienen sus contrapartes femeninas en historias de superhéroes. 

    Si eso es para detrimento o beneficio de la cinta, se los dejo a su parecer.

    Lo que sí es un detrimento es que debido al periodo en el que transcurre la cinta esta es posiblemente la única vez que veremos al deleitable elenco que sirve de apoyo en la cinta. Tiene apenas unas cuantas escenas, pero la gracia y la cadencia cómica de Etta Candy (Lucy Davis) se roba las escenas en las que aparece; y aunque no se profundiza mucho en ellos, la compañía multicultural de “sabandijas” heroicas alcanzan a ser memorables, en especial the Chief, interpretado de una manera que respeta su herencia nativo americana – y que sirve para algo de comentario social.

    El único punto débil, como suele ocurrir, son los villanos. Pero incluso para los estándares de las películas de superhéroes, Ares, Luddendorf y Dr. Poison son especialmente planos. En parte por elecciones de elenco deficientes, pero también porque Jenkins no parece tener demasiado interés en ellos. Son plot devices y poco más. Parece ser un problema inherente del formato y del género: ¿quieren tener un héroe cuidadosamente construido con reconocibles cualidades humanas, o un buen villano? Si no se pueden tener ambos, me siento complacido con que realicen un perfecto retrato de los superhéroes que he admirado por décadas, como Jenkins hace con Wonder Woman.


    Otro punto a su favor es que la cinta tiende a lucir muy bella, las radiantes y cálidas playas y vibrantes bosques de Themyscira contrastan con el frio y gris del “mundo de los hombres”. Desafortunadamente, y en especial en las escenas de acción, la película degenera en la metástasis que es el “House Style” de las películas de DC, particularmente en el último acto y su pueril orgia de CGI. Gracias a la dirección, el guion y las actuaciones, no es (otro) vacío despliegue de bancarrota creativa cinematográfica y el arco de Diana se completa en medio del sonido y la furia, pero me gustaría que esto fuera el fin de este cáncer estilístico y que podamos ver la visión estilística de Jenkins de manera plena en la inevitable secuela. 


    Hay un elemento más a considerar: ¿es Wonder Woman una película…feminista?

    Patty Jenkins y Gal Gadot han hecho varias declaraciones diciendo en términos nada ambiguos que sí, es una película feminista, y no voy a contradecir desde la comodidad de mi teclado a las dos mujeres que tentativamente salvaron al universo fílmico de DC de la innoble ignominia, pero para los que consideran que le “hizo falta feminismo” puedo proporcionar algo de contexto, ya que el feminismo de Wonder Woman no se reduce a su película, sino que es una cuestión que se encuentra justo en el corazón del personaje.

    Wonder Woman está llena de dicotomías; es la embajadora de la paz, el amor y el entendimiento, pero al mismo tiempo es una acérrima y preparada guerrera (aunque la concepción moderna que tenemos, en la que blande una espada y porta un escudo, proviene de Kingdom Come, una novela gráfica de hace apenas 20 años) que está dispuesta a hacer lo que sea necesario, incluyendo matar.

    Su feminismo es igualmente complejo. Marston la creó como propaganda feminista, pero murió antes de que acabaran los 40s, y a inicios de los 50s hizo su aparición el psiquiatra Frederik Wertham y su cruzada anti-comics. El odio de Wertham era dirigido principalmente hacia los cómics de crimen, pero reservó suficiente indignación moral para el subtexto gay de superhéroes como Batman y Wonder Woman, y si bien Wertham estaba completamente equivocado sobre su condenación moral hacia la homosexualidad, su perspicacia era acertada: los cómics de Wonder Woman tenían un marcado subtexto gay (que no se haría texto hasta esta década) y , a su parecer, era algo que debía de ser erradicado. Wonder Woman sobrevivió la purga de superhéroes que aconteció una vez terminada la Segunda Guerra, y el siguiente escritor se encargó de reducirla al interés romántico de Steve Trevor, que lo perseguía para casarse con el mismo ahínco que tenía Lois Lane para con Superman en esa época. En 1954, debuta la sección “Marriage a la Mode” dentro de su cómic, detallando tradiciones nupciales alrededor del mundo.

    Años más tarde, Wonder Woman entra a la llamada “Segunda Ola” del Feminismo, con el icono feminista Gloria Steinem llamándola un símbolo de “muchos de los valores de la cultura femenina que las feministas intentan introducir al mainstream” y la eligió para el numero debut de su revista Ms.

    Por otra parte, cuando hace poco las Naciones Unidas la nombraron ‘Embajadora Honoraria’ (un título reservado para personajes ficticios) hubo objeciones porque “La iteración actual del personaje es la de una mujer blanca de senos grandes e imposibles proporciones, escasamente vestida en un brillante traje de baño que enseña los muslos con una bandera estadounidense y botas hasta las rodillas

    ¿Qué dice eso de Wonder Woman? ¿Es feminista o no lo es? Sinceramente, no puedo contestar esa pregunta; no estoy preparado para hacerlo. Y si no puedo contestarla, tampoco puedo decir si la película lo es o no.

    (Pero no se preocupen, estoy seguro que leerán las opiniones de muchas otras personas que tampoco están preparadas para responderla y que sin embargo lo harán con entusiasmo y abandono)

    Lo que sí puedo contestar es qué tan bien adaptada está el personaje y si la película cumple con los requerimientos necesarios para decir que respeta la siempre elusiva “esencia”. Para esto, no usaré mis percepciones, sino las de dos creativos irremplazables en la historia de Wonder Woman.

    El primero es su creador. Marston creó a Wonder Woman como un antídoto, ya que pensaba que los cómics estaban siendo arruinados por lo que determinaba “Blood-curdling masculinity”. Si bien no pienso que la infantilización psicológica y simbólica de personajes como Batman o Superman por parte de anteriores cineastas representa verdadera masculinidad, representa al menos la versión más toxica y adolescente de ella. Al realizar esta película, con su marcado énfasis en el heroísmo altruista que representa las aspiraciones positivas de la humanidad, Jenkins está – intencionalmente o no – ejecutando la visión creadora detrás del personaje que adapta: una solución (tal vez temporal) a la infección que contamina las películas del universo DC en el cine.

    La segunda pertenece a la que posiblemente ha escrito Wonder Woman de la mejor manera en estos 76 años: Gail Simone. Para Gail, Diana es un personaje que destaca por su “sentido de justicia y compasión y por hacerse cargo de cosas que otras personas tal vez no pueden”. Si les suena familiar, es porque es casi verbatim el dialogo que cito al inicio.

    Es hasta cierto punto desconcertante la cantidad de personas – mujeres y hombres - que han admitido haber soltado lágrimas cuando Wonder Woman sale de la trinchera. Pienso que, sin importar el cinismo, todos estamos hambrientos de heroísmo y Wonder Woman, junto con Superman y Batman, son los tres superhéroes más empoderados por Mito y por Historia. El Refugiado, el Huérfano y la Inmigrante. Diana es El Otro, una persona ajena a la humanidad y que, a diferencia de Superman, no le interesa ser parte de ella, y de igual manera la ama y quiere salvarla.

    Superman y Batman ya tienen en su haber al menos una película legítimamente grandiosa que encapsula todo el ser de sus personajes. 



    Ahora, Wonder Woman también.

    --Héctor 
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