Hace veinte años, una brillante pero desconocida inglesa de nombre Joanne Rowling vio cristalizado el sueño de su vida con la publicación de una modesta novela sobre un pequeño huérfano aparentemente condenado al olvido que descubre que es hechicero. Veinte años han pasando desde ese día y Harry Potter se ha convertido en el fenómeno literario y mediático más relevante de los últimos tiempos.
Si los cuentos de hadas existen en la realidad, J.K. Rowling sin duda vivió uno. Sin embargo este no fue el cuento de hadas tradicional donde un hada madrina salvó a una joven de un terrible destino. La historia de Rowling es la de una mujer que desafiando sus propios fracasos y experiencias, y con base en trabajo duro y confianza en su talento logró escribir una novela repleta de esperanza en medio de las circunstancias más adversas, tras un fracasado matrimonio, sin ahorros, viviendo con ayuda de programas sociales y con una pequeña en brazos que cada vez tenía mayores necesidades.
Bajo las condiciones más adversas y las incertidumbres más intensas, es que Rowling logró crear un universo que cambiaría su vida y la de millones de personas que por todo el mundo conocerían su obra. El éxito del personaje y sus aventuras, no reside como descalifican miles en una aparatosa campaña de marketing o en una serie de magnificas películas. El poder de Harry Potter (como el mismo Dumbledore nos enseñó desde hace veinte años) reside en el amor infinito con que J.K. bordó los personajes y su mundo, el alma y corazón que infundió en cada uno, la complejidad emocional que bordó en sus héroes y villanos, los momentos, anécdotas, y pasados que desarrolló para cada uno, el tremendo derroche de imaginación con el que Rowling envolvió un mundo donde lo mismo retomó lo más brillante del folclor internacional que las ideas más extravagantes de su mente. Todo ello para construir un relato que en esencia es una apología del amor como la fuerza motivadora y transformadora del mundo.
Por ello sigue siendo tan revelador y poderoso ese primer libro. La Piedra Filosofal pese a su gran sencillez sentó las bases para todo lo que habría de venir en los años por venir, incluyendo ese mensaje de amor. Aquella primera conversación entre Albus Dumbledore y Harry (la primera de muchas magnificas y memorables conversaciones entre ambos personajes) termina con Harry comprendiendo que la única razón por la que Lord Voldemort jamás pudo hacerle daño es por el enorme sacrificio que su madre realizó al entregar su vida a cambio de que Harry pudiera vivir. La magia más poderosa, el hechizo más imbatible es el amor.
Amor es lo que Harry conoce a través de siete años. Amor en todas sus facetas. El inextinguible y eterno amor de Lily y James Potter por su hijo, el amor de Hagrid que lo saca de los escombros, como un bebe y como un niño abusado. El amor que forja en su inquebrantable amistad como Hermione Granger y Ron Weasley. El amor romántico que conoce en su gran amor Ginny Weasley. El amor que conoce en todos aquellos que no son su familia sanguínea pero terminan queriéndolo como Sirius Black, Remus Lupin, Minerva McGonagall, Albus Dumbledore.
Incluso cuando parece no hablar de ello, Harry Potter es una historia de amor. La tragedia que envuelve a Severus Snape y su eterno y nunca correspondido amor por Lily el cual lo lleva a volverse el héroe más grande los tiempos modernos. El amor a regañadientes con el cual Petunia y Vernon aceptan y cuidan a Harry. Más aún, la absoluta falta de amor que vivió Tom Marvolo Riddle a lo largo de su vida, la cual desencadena el nacimiento de Lord Voldemort. El villano más temible de todos los tiempos, el cual pensó dominar el mundo acumulando vasto poder y conocimiento, sin jamás entender que su falta de amor terminaría por ser la razón de su total fracaso.
La mayor dicotomía entre nuestro héroe y nuestro villano reside esencialmente en el amor. Como en algún momento Dumbledore lo ejemplifica brillantemente, Harry y Voldemort podrían ser dos gotas de agua. Ambos huérfanos, ambos con infancias horribles, ambos con un enorme talento para la magia y un cierto desdén por las normas. Sin embargo, la mayor diferencia entre ambos reside en que Voldemort nunca conoció el amor, y Harry si lo conoció, y cuando lo tuvo, siempre se aferró a el.
Es un gran orgullo que Harry Potter sea la novela de mi generación. No sólo porque es una fantástica saga literaria llena de grandes momentos repletos de acción, aventura y emoción, con personajes bellamente definidos, caracterizados y que nunca dejan de crecer. No sólo porque porque despertó el amor por la lectura en millones (y en esto no me dejarán mentir mis decenas de amigos y conocidos bibliófilos cuyo gusto por la lectura inició por Harry), lo cual es un logro extraordinario para una generación que parecía condenada a vivir educada por los medios audiovisuales sin jamás tomar un libro.
Más allá de todo eso, me siento orgulloso de que J.K. le haya regalado al mundo una obra que mi generación adoptó como su código ético y moral. Lo mejor que se puede esperar de la especie humana está contenido en esas páginas. Primordialmente el amor como motor primordial que mueve y transforma al mundo. Pero también la constante búsqueda de la justicia, el rechazo a la opresión, el respeto irrevocable e inalienable que todos los seres humanos y seres vivos merecen, el respeto y la celebración de lo diferente y lo diverso como el reconocimiento de aquello que nos hace grandes, la defensa y ejercicio de la libertad.
Hace veinte años, una joven escritora inglesa cumplió el sueño de su vida al lograr la publicación de su primera novela. Después vendrían muchos más. Hace veinte años, y como tantos clásicos de la literatura lo hicieran años antes; decenas, luego cientos, luego miles, y después millones de personas, de todas las edades, razas, ideas y partes del mundo, comenzarían a soñar en un mundo mágico donde un huérfano recibe miles de cartas a través de un buzón, y a creer en un mundo donde el amor, sigue siendo la fuerza más imbatible de todas.
Gracias J.K.
Gracias por el viaje más genial que puede haber existido.
Draco dormiens nunquam titillandus.
--Chris
--Chris
