You're a man looking at the world through a keyhole. You've spent your life trying to widen it. Your work saved the lives of thousands. What if I told you that reality is one of many?
Deténganme si les
resulta familiar: un arrogante, adinerado y talentoso individuo está dedicado
sólo a su propio egoísmo, hasta que sufre una humillante situación que
involucra un daño físico lo que lo hace reexaminar su existencia y decide usar
sus considerables habilidades para convertirse en un superhéroe y combatir el
mal.
Estoy seguro que
la han oído.
Qué tal esta: el
mundo como lo conocemos es una ilusión. Son las simples sombras proyectadas en
la pared de la caverna. El mundo real es lo que existe allá afuera, y es mucho
más grande y lleno de posibilidades de lo que conocíamos.
Esa es bastante
antigua. Hay una todavía más:
El Héroe recibe
el Llamado a la Aventura, inicialmente se Rehúsa, pero acepta eventualmente y
con la ayuda de su sabio Maestro, cruza el Umbral y se enfrenta a sus Enemigos,
obtiene su Espada y Regresa con el Elixir.
Tony Stark
precedió a Stephen Strange por unos meses, debutando a inicios de 1963, pero
hay que recordar que el buen Doctor es el Mamón Original; todo lo que conocemos
de la personalidad y el carácter de Tony es reciente, y su actitud se debe en
gran medida a la actuación de Robert Downey Jr. También hay que recordar que
ese despertar de su conciencia es algo característico del siglo XXI. En 1963,
ser un comerciante de armas era el pináculo de la moralidad. Stephen Strange,
por su parte, era posiblemente todavía más despreciable en su origen en los cómics
de lo que es en la película.
La segunda
historia, por su parte, es considerablemente anterior a 1963. La Alegoría de la
Cueva ha sido fuente de ficción durante mucho, mucho tiempo. El Monomito es todavía
más antiguo, y si se le cree a Joseph Campbell, ha sido parte de la narrativa
de la humanidad desde que iniciamos a contar historias alrededor de la fogata.
Estos dos conceptos trabajan tan bien juntos que es muy común verlos en muchas
de las historias y películas clásicas del genero de ciencia ficción y fantasía.
Si recuerdan sus películas favoritas, más de una contendrá uno u otro; algunas,
tienden a tener de los dos.
Eso es porque funcionan.
Son narrativas básicas y perennes. Son un excelente punto de partida sobre el
cual construir una historia. Son, en resumen, un gigantesco cliché. Y es aquí
donde es bueno señalar las palabras del brillante semiólogo, escritor y
ensayista Umberto Eco:
“When all the archetypes burst in shamelessly, we reach Homeric depths. Two clichés make us laugh. A hundred clichés move us. For we sense dimly that the clichés are talking among themselves, and celebrating a reunión”
Un cliché es
aburrido; un montón de arquetipos y lo que tenemos como resultado es un
eficiente y familiar origen superheroico, que si bien no alcanza “profundidades
Homéricas”, está lleno de aventura, mitos, héroes y leyendas dentro de la tradición
a la que Marvel Studios nos tiene acostumbrados.
Stephen Strange
viene cortesía de las mentes de Stan Lee y Steve Ditko, dos de los equipos
creativos más importantes de la Era Marvel. Stan y Steve nos lanzan de
inmediato al mundo de Stephen Strange, el maestro de la “magia negra”, en
Strange Tales #110. Tuvieron que pasar algunos meses para que el dúo nos dé un
verdadero origen en Strange Tales #115. El Stephen que conocemos es muy
parecido al que Cumberbatch interpreta en la pantalla: vano, interesado sólo en
el dinero y en la fama, hasta que un día tiene un accidente automovilístico que
le quita su carrera como cirujano. A lo largo de los siguientes números de
Strange Tales, el mundo de Strange se fue formando poco a poco y, como ocurrió con
Jack Kirby en Fantastic Four, la confianza de Ditko se acrecentaba día a día, y
para el numero 130 iniciaría lo que es en gran medida el Ur-Text de Doctor
Strange: La Saga de Eternity. Eso fue lo que desbordó la imaginación visual de
Steve, donde nos dio alucinantes vistas y parajes extraterrestres e imposibles.
La Cosmología del Universo Marvel es resultado del trabajo en equipo de Kirby y
Ditko, así que era esencial que cualquier película de Doctor Strange trasladara
fielmente la faceta que fue creación de Ditko. Más aun, la adaptación de Doctor
Strange tendría que llevar por fin a la pantalla la esquina mágica de un
universo de superhéroes, con toda la exposición que esto conlleva.
Doctor Strange
tiene que ser… extraño.
Afortunadamente,
la mano mágica de Marvel Studios sigue teniendo un porcentaje de bateo
excelente. Quién hubiera pensado que Scott Derrickson, el director de
Hellraiser: Inferno y el olvidable remake de The Day the Earth Stood Still, era
el hombre para el trabajo (Kevin Feige). En especial porque el paquete es
grande: además de hacer una buena película, tiene que crear el lenguaje visual
de la interpretación de la magia en el MCU. Derrickson se acerca al material
fuente con abandono y placer. Muchos alabaran esas escenas inspiradas en la visualización
de Christopher Nolan en Inception y los múltiples homenajes que Derrickson le
hace (incluyendo una extendida pelea dentro de un pasillo rotador) o las imágenes
en 3D del ilustrador M.C. Escher, pero el mayor gusto que me brindó fue como
emuló el descarado uso de Nolan de la dulce, dulce exposición que mencioné
necesitaba una película de Dr. Strange. Derrickson y sus escritores le lanzan
al público un curso intensivo en el Marvel mágico y cósmico: El Multiverso, La
Dimensión Oscura, el Plano Astral, Dormammu, capas de levitación y ojos de
Agamotto. Este es un universo de cómics y tiene cosas locas e incoherentes. O
lo toman, o lo dejan.
Es cuando
Derrickson deja de emular a Nolan que la película logra alcanzar su lugar en el
panteón de las historias de origen, porque ahí empieza su verdadero deber:
emular a Steve Ditko. Hablar de Dimensión Oscura y del Mal que ahí reside en exposición
no se compara a ir a la dimensión oscura y enfrentarse cara a cara a Dormammu. El
clímax de la cinta es pura alegría: con nuestro héroe y su equipo de magos
enfrentando a sus antagonistas en medio de una brillante subversión de la
porno-destrucción que encontramos en la mayoría de las películas de superhéroes.
Por segunda vez consecutiva este año, Marvel Studios logra escapar de las
garras de la necesidad incesante de presentar un acto final lleno de tediosa e
insulsa destrucción masiva.
Por importante
que resulte el ‘eye-candy’, el centro que une una buena película de héroes es
el compuesto por sus personajes, y todos hacen un fantástico trabajo, además de
que los protagonistas complementan en maneras inusuales; en ocasiones simétricas
y en otras de manera paralela.
Todos sabemos
cómo iba a ser el Doctor Strange de Benedict Cumberbatch en cuanto a
personalidad. Es el personaje que Cumerbatch nos brinda usualmente: es
Sherlock, Alan Turing o Julian Assange en esa película que nadie vio. Como
doctor, su hubris proviene no de descifrar un código o un crimen, sino de
detener a la muerte, que como arco temático une a la película. Kaecilius, como
buen villano que nos dice algo del héroe, tiene la misma motivación. La idea de
detener a la Muerte no es tan superficial como pareciera, y es parte de algunos
de los mejores villanos de ficción como Darth Vader, Darkseid y – para esos
fans de Tolkien que andan por ahí, Ar-Pharazon, el último rey de Númenor. Tanto
Strange como Kaecilius tienen fallas de carácter similares, que es lo que hace
que la Ancient One se niegue a entrenar a Strange. Claro, Ancient One tiene sus
propias fallas, y son estas debilidades las que hacen que Mordo inicie su trágico
descenso hacia la villanía.
Y luego llega Wong
a patear traseros. Wong realmente no es parte de esa bien realizada matriz de
caracterizaciones y relaciones interpersonales, pero es genial. Es un millón de
veces mejor que el Wong de los cómics, y tenía que señalarlo.
Cumberbach, Mads
Mikkelsen, Tilda Swinton, Chiwetel Ejiofor y Benedict Wong componen lo que es
uno de los elencos más ricos y bien realizados en una película de superhéroes
tanto en su desempeño, como en la caracterización de sus personajes como en sus
papeles dentro de la trama. Quién sabe, tal vez para la próxima se incluya a
Rachel McAdams entre ellos. Si bien no es terrible como Jane Foster, es
prescindible en función y en presencia.
Desafortunadamente,
varios de los aciertos de la cinta se perderán entre el ruido. Strange va a ser
visto como una derivación de Stark, a pesar de sus diferencias. El arco de
Strange es más satisfactorio porque desde un inicio era más frio y desagradable
(mientras que Stark es pura proyección de sus inseguridades) y Kaecilius entrara
por definición en la categoría de Todos los Villanos de Marvel Son
Decepcionantes Excepto Loki ya sea lo merezca o no – como pasó con el también subvalorado
Zemo de Captan America: Civil War.
La calidad
general de la película hace que se le perdonen ciertas fallas. A 115 minutos,
es bastante corta para ser una película moderna de superhéroes, y se siente que
se pudo haber beneficiado de escenas extras (o tal vez es la impresión que da
por lo bien que todos realizan su trabajo) y en ocasiones la trama se siente
floja; todos sabemos que Stephen Strange tiene que ser reunido con el Ojo de
Agamotto, pero es un poco incongruente que la Ancient One y Wong dejen a un
estudiante potencialmente peligroso andar por ahí con una Gema del Infinito en
el cuello antes de que pruebe que se lo merece.
Está de moda
criticar a Marvel Studios por sus poco memorables bandas sonoras, y me da gusto
señalar que Doctor Strange no le quitara ese gusto al internet. Lo único memorable
que tiene el score de Michael Michael Giacchino es que en ocasiones te recuerda
que anteriormente trabajó en la franquicia de Star Trek de Abrams.
Para este
momento, la marca Marvel Studios es sinónimo de calidad y Doctor Strange
demuestra el porqué. En otras ocasiones he comparado al producto de otros
estudios a las marcas de segunda. Mientras que ellos producen “knockoffs”,
copias de segunda, aquellos juguetes que vienen de China y que con gracia
ignoran los derechos de autor, Marvel Studios, en cambio, nos ofrece el
Verdadero Producto. Este Doctor Strange es el que fue creado hace 53 años por
Lee y Ditko, y los mundos alucinantes por los que atraviesa son los que
salieron de la mente de uno de los artistas del comic más geniales que ha
habido, y fue francamente emocionante verlos en pantalla en un momento cuando
pensé que ya no había posibilidad de que una película de superhéroes me
emocionase.
Mientras otros
dan jarabe de maíz, Marvel Studios nos da azúcar de verdad. Tal vez no sea lo más
nutritivo o saludable, pero qué genial sabe.