Llevamos ya un buen rato en el que las películas de Marvel
Studios son sinónimo y garantía de calidad. No cabe duda, el sello Marvel se ha
ganado de un gran nombre en el cine y eso le permite darse las libertades
necesarias para innovar e introducir más y más personajes cada vez más diversos
y variados dentro de su monstruoso plan que culminará en el 2019 (a menos que
cierto presidente con piel de naranja y cabello de ardilla acabe con el mundo
como lo conocemos XD).
Sí, hemos tenido tropiezos en el camino pero no han sido
los más (Iron Man 2 sólo es superada por la incompetencia de su propia secuela)
y podemos decir que la gran mayoría de sus producciones son, cuando menos,
entretenidas y sin desperdicio. Así que si ya hemos visto cómo personajes
prácticamente desconocidos por el grueso de la población como Ant-Man o los
Guardianes de la Galaxia tener fantásticas películas, ¿Por qué no introducir
ahora a un Hechicero Supremo al Universo Cinemático de Marvel? Estamos en un maravilloso
momento de la historia en que Marvel se puede aventurar a decir “Pues sí, ¿Por
qué no?”.
Doctor Strange nos maneja la ya típica fórmula de
introducción de un personaje nuevo y el camino que debe seguir en su vida para
evolucionar de una persona ordinaria/detestable a un superhéroe hecho y derecho; y aunque haya quienes se quejen de la hasta cierto punto repetitiva fórmula,
yo celebro que sea así, ya que es la manera más eficiente de manejar la
primera aparición de un nuevo héroe. Claro que tiene que hacerse bien, manejar
con respeto al personaje, respetar su esencia y trasladarlo de manera adecuada a
la pantalla grande (no como DC, por ejemplo).
Otra cosa que admiro de Marvel y sus películas es que ya no
se guardan nada, la primera escena de la cinta es una fenomenal batalla entre
hechiceros matándose entre sí en un mundo en el cual se rompen las leyes de la
física como la conocemos de manera impresionante y sin explicación alguna. De ahí saltamos
al protagonista de la entrega, el Doctor Stephen Strange. Nos lo presentan
rápida y eficientemente para de inmediato pasar a lo siguiente, el camino que
debe recorrer para convertirse en héroe.
A partir de ahí damos un salto tremendo de una película promedio
de superhéroes a una muy destacada cuando los elementos mágicos, astrales y
multiversales hacen su aparición. Realmente opino que ésta cinta se merece
cuando menos una nominación al Oscar por esos efectos visuales tan
sorprendentes, tanto que me descubrí a mí mismo con la boca abierta al terminar la exposición.
El resto de la película es un viaje “mágico” a través del
mundo de la hechicería de Marvel con montones de referencias que los geeks de
oficio agradecerán con entuciasmo. Ver al Doctor Strange manejar la magia es un
deleite a nuestros ñoños ojos (la Dimensión Oscura es auténticamente
caleidoscópica). Cabe mencionar que las actuaciones fueron bastante buenas: Benedict
Cumberbatch supo cómo dotar a nuestro querido doctor de una gran personalidad; Chiwetel
Ejiofor, Tilda Swinton y Benedict Wong en sus respectivos papeles de hechiceros y maestros hacen gran
labor; Mads Mikkelsen como el villano Kaecilius no es demasiado destacado pero
eso ya es un gran avance entre los villanos de Marvel y Rachel McAdams que
bueno, no necesitamos que actúe o sea siquiera importante en la trama, con que esté
ahí es más que suficiente.
Hablando de lo mejor de la película creo que lo dejaría para
la grandiosa batalla final donde vemos algo que al menos en lo personal nunca
había visto y que se agradece en sobremanera porque si algo nos llega a impresionar
a estas alturas realmente es digno de celebrarse y de reconocerse.
Finalmente la escena después de los créditos
principales es bastante disfrutable y nos deja todo listo para la siguiente aparición
del Doctor Strange en la pantalla. Y no olviden quedarse hasta el mero final de
los créditos.
Mi veredicto entonces es un 4 de 5 rayitos en mi
botesómetro. No será gloriosa pero es muy buena y realmente merece la pena
verla y por supuesto que irá a la videoteca casera aunque ande bastante atrasado
en eso :(
#BotePower