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    jueves, 19 de mayo de 2016

    De la bancarrota al éxito: el vertiginoso camino de los superhéroes de Marvel al cine

    Este fin de semana pasado, las ganancias mundiales de Captain America: Civil War catapultaron su recaudación sobre las otras dos películas de superhéroes del 2016, Batman v Superman y Deadpool, y la posicionaron para que en un par de días alcance esa meta que parece ser la vara del éxito para las superproducciones: los mil millones de dólares.

    Pero el éxito en taquilla de la película sirvió además para darle a Marvel Studios otra cosa que celebrar: sus película han recaudado más de 10 mil millones de dólares. Esta impresionante recaudación convierte al Universo Cinemático de Marvel en la franquicia más exitosa de la historia del cine. Su éxito no sólo se limita a los Estados Unidos, sino que se extiende a todo el mundo. En algunos lugares como México no es tan sorprendente – siempre hemos amado estos personajes de Marvel – pero cuando una película con el nombre “Captain America” es un éxito en China, es obvio que están haciendo algo muy bien.

    Nada mal para unos estudios de cine de una compañía que hace 20 años se declaró en bancarrota. Y es justo en esa época que podemos encontrar los inicios de los personajes principales que serian instrumentales en crear Marvel Studios.

    Tal vez muchos ya estén familiarizados con la historia y sus protagonistas, aunque podrían encontrar uno que otro dato que les sorprenda.

    No hay ninguna foto de Perelman en la que
    no se vea maligno
    En los primeros años de la década de los 90s, Marvel andaba desatada. Había sido comprada por Ronald Perelman, un millonario inversionista que, como prácticamente todos los dueños anteriores de Marvel, quería convertirla en un imperio de entretenimiento. Hizo publica la compañía (es decir, puso sus acciones en venta en la bolsa de valores) y se dedicó a expandirla lo más que pudo. Viendo que el mercado de tarjetas coleccionables, Perelman decidió adquirir las compañías Fleer y Skybox; y para tener un mejor control sobre la distribución de los cómics, también compró la distribuidora Heroes World.

    Otra compañía en la que Marvel tenia la mira puesta era la compañía de juguetes Toy Biz. Toy Biz tuvo mucho éxito a finales de los 80s haciendo juguetes de Batman antes de que el éxito de la película de Batman de Tim Burton hiciera que le vendieran los derechos a Kenner. Una compañía de origen canadiense, había sido comprada por Isaac “Ike” Perlmutter en 1990 y convertida en una eficiente y redituable productora de juguetes, aunque tal vez no de la mejor calidad. Gracias al éxito de la línea de juguetes basados en los X-Men, Avi Arad, uno de los diseñadores y accionistas de Toy Biz, lograría colarse entre las filas de los productores de la muy popular animación de los X-Men de 1992.

    La relación de negocios entre Marvel y Toy Biz fue tan productiva que pronto Perlmutter y Arad propusieron llevarla al siguiente paso: Marvel recibiría el 46% de las acciones de Toy Biz a cambio de la licencia de todas las propiedades de Marvel, en exclusiva, hasta el fin de los tiempos. Arad  logró posicionarse como el CEO de una  nueva subsidiaria de la compañía, Marvel Films, y se convirtió en el “embajador” de los personajes de Marvel en Hollywood, desbancando a Stan Lee de esa posición.

    Esta decisión de negocios, una de las cientos que personas como Perelman o Perlmutter habían tomado en sus carreras, resultó ser posiblemente la más importante para Marvel desde que Martin Goodman le pidió al primo de su esposa que hiciera cómics para su compañía.

    A los pocos meses de estar en su puesto, Arad vendió la licencia de los X-Men a 20th Century Fox, y había empezado tratos con otros estudios. Arad es, realmente, un firme creyente en los personajes de Marvel, y él fue quien personalmente se encargó de que la película de los Fantastic Four de Roger Corman nunca viera la luz de forma oficial porque estaba seguro que dañaría la marca.

    Not Stan
    Para 1996 las cosas no habían cambiado mucho. Había muchas películas en “desarrollo”, pero nada concreto. Perlmutter advirtió a Perelman que Marvel estaba a punto de caer en la bancarrota, y que lo mejor era invertir en el cine. Irónicamente, una de las razones por las que se le dificultaba a Marvel realizar las películas era porque Toy Biz tenia la licencia para la mercancía a perpetuidad. Aun así, ese año hubo una reestructuración y se creó, oficialmente, Marvel Studios, bajo el control de Avi Arad y Jerry Calabrese, presidente de Marvel. Su propósito era el “empaquetar” la licencia, con Arad teniendo cierto grado de control creativo para prevenir algo como la cinta de Corman, y luego venderla a un estudio para que la filme.

    Una buena idea. Pero tardaría unos años en ejecutarla porque habría problemas en otro frente: los cómics, que seguían siendo la fuente primordial de las ganancias de Marvel Entertainment Group.

    Ronald Perelman es la definición de “Corporate Raider". Es el empresario que compra compañías, las destaja, y las vende con una buena ganancia para sí mismo. En 1989, se  vio atraído por el creciente mercado de los cómics, y compró Marvel por 82 millones de dólares.

    Durante su tiempo a cargo de la compañía, se dedicó a explotar el negocio de los cómics, alimentando muchas de las tendencias suicidas de la industria. Una vez que la compañía se hizo publica, prometio más y más ganancias a sus accionistas, lo que se tradujo en precios más altos, excesivo uso de portadas variantes y otros métodos encauzados a los incautos que imaginaban que comprando cientos de portadas holográficas de un nuevo numero #1 podrían retirarse millonarios. El problema es que jamás hubo suficientes de esos incautos, lo que hubo fueron miles de vendedores de cómics que pensaron que sí los había, y se quedaron con miles y miles de cómics sin vender, forzándolos a cerrar sus tiendas. Sin tiendas de cómics – y sin una presencia en los puestos de periódicos – era sólo cuestión de tiempo para que la industria se desplomara.

    Al ver las pérdidas, Perelman estructuró un plan para fusionarse con Toy Biz y diluir las acciones (dándose una buena tajada), lo que no le sentó muy bien a Carl Icahn, otro corporate raider, quien puso en marcha su propio plan que acabaría dándole control de Marvel. Para protegerse, Perelman hizo que sus grupos, entre los cuales se encontraba Marvel Entertainment Group, declararan bancarrota el 27 de diciembre de 1996.

    Lo que siguieron fueron dos años de intensa y dramática lucha detrás de las escenas entre Perelman, Icahn, los bancos, las cortes y Toy Biz. Icahn y Perlmutter unieron fuerzas brevemente, para luego volverse enemigos una vez más y Permutter acabó enviando faxes a Icahn con versículos del Viejo Testamento por alguna razón. Icahn logró tener el control de Marvel, y despidió a Arad de Marvel Studios durante algunos meses. Pero el astuto Perlmutter había comprado parte de la deuda de Marvel, asegurándole el tener una opinión en los planes de reestructuración, y el 27 de Septiembre de 1998 la corte de bancarrotas aprobó el plan de Perlmutter. Toy Biz y Marvel sí acabaron fusionondase, pero con Perlmutter – y Arad – a cargo de todo.

    Esta es la única foto de Ike que se conoce.
    "Muchos Bothans, etc, etc"
    No todo fue miel sobre hojuelas. Perlmutter tal vez había derrotado a Perelman y a Icahn en su juego, pero no sentía particular amor por los cómics. Redujo a Marvel al mínimo necesario para seguir operando, y era, según se dice, un tirano. Según rumores, le tenían incluso miedo porque es un veterano de guerra Israeli que portaba un arma en su tobillo. Aun así, esto no pudo haber pasado en un mejor momento, porque en lo que ocurría el drama de las cortes estaba ocurriendo, en los cines se había estrenado una película de Marvel que, honestamente y por primera vez, se podía decir que no era terrible.

    La idea de Arad de vender las licencias de manera empaquetada por Marvel Studios tuvo su primer éxito en 1998 en New Line Cinema con Blade, protagonizada por Wesley Snipes, con un guión de David S. Goyer dirigido por Stephen Norrington. Marvel vio apenas $25,000 dólares de los 70 millones que la película recaudó - y a Arad le molestó que el nombre de Marvel hubiera estado ausente en la promoción, pero probó que los personajes de la compañía podían tener éxito en Hollywood. A esto le siguieron dos sucesos todavía más importantes en 1999: la película de los X-Men de Fox se empezó a filmar, para estrenarse en el año 2000, y los derechos fílmicos de Spider-Man, enredados a más no poder durante años, por fin fueron resueltos, dejando libre a Marvel para vendérselos a Sony.

    La primera cinta de los X-Men recaudo casi 300 millones de dólares, tuvo éxito en la critica y convirtió a Hugh Jackman en una estrella. Y todo eso palideció ante el éxito que tuvo Spider-Man en el 2002: la cinta de Sam Raimi ganó 821 millones de dólares y alabanzas casi universales.

    Los personajes de Marvel, ignorados durante décadas en Hollywood o tratados como basura, resultaron ser una mina de oro. Sólo necesitaban de alguien que tuviera fe en ellos. Como Arad, o como el asistente de producción que le enseñó a Meg Ryan cómo usar emails.
      
    Most Powerful Geek in the Universe
    Kevin Feige fue contratado por la productora Lauren Shuler-Donner poco después de graduarse. Asistió a Shuler-Donner en la realización de Volcano, You’ve Got Mail y X-Men. Fue en esta ultima donde Feige se convirtió en fan de Marvel Comics. En un intento de entender mejor lo que motivaba a los personajes, Feige empezó a adentrarse en el mundo creado por Lee, Kirby y los demás, y lo que encontró le fascinó. Fue tanto su entusiasmo por estos personajes, que su conocimiento impresionó al otro productor en la cinta: Avi Arad. Feige impresionó tanto a Arad que lo contrató para que fuera su segundo al mando en Marvel Studios.

    Arad junto con Feige produjeron varias películas de Marvel en los años subsecuentes, con varios grados de éxito, y nunca alcanzando los niveles de éxito de la franquicia de Spider-Man. Nunca lograron tener el control creativo ni la remuneración que buscaban porque, al final de cuentas, “Marvel Studios” no era un verdadero estudio, era una oficina con una docena de empleados que le daban notas a los estudios de verdad. Todavía faltaba una pieza clave en la historia 

    David Maisel había trabajado con el empresario Michael Ovitz antesdurante y después de que este fuera el presidente de uno de los estudios más importantes de Hollywood, pero se había alejado de la industria hasta que en el 2003 contactó a Perlmutter, diciéndole que era capaz de negociar un mejor contrato con los estudios que le ofreciera mayores regalías de las que recibían actualmente. Feisel, un graduado de Harvard en negocios, es descrito como una especie de genio para los negocios por los que lo conocen.

    No tomó mucho tiempo para que una idea se formara en su cabeza y se la propusiera a Perlmutter: si el problema es que Marvel es incapaz de imponer su visión a los estudios, una representación de sus personajes de acuerdo a cómo son en los cómics, y no tienen la remuneración que buscan, entonces ¿por qué no hacen sus propias películas?

    The Meismaster.
    La respuesta es que Perlmutter es, como dicen por ahí, "bien codo", y no quería invertir en Hollywood. Ike acabó accediendo a la idea, siempre y cuando Maisel encontrara la manera de que no le costara ni un quinto, que fue, sorprendentemente, lo que hizo: pidió un préstamo al banco Meryll-Lynch por 525 millones de dólares para producir 10 películas con un presupuesto de hasta 165 millones, siempre y cuando fueran PG-13. Como colateral, estaban los derechos cinematográficos de esas 10 propiedades, que incluían a Captain America, Thor y, por alguna razón, Shang-Chi.

    El préstamo fue a la vez maravilloso y riesgoso; si las películas fracasaban, Marvel no se vería asediada por los acreedores ni forzada a la bancarrota de nuevo, pero también se quedarían sin ver esos personajes en el cine bajo su control, rompiendo para siempre la esperanza de ver un “universo compartido” de películas de Marvel.

    Incluso a Maisel le pareció demasiado bueno para ser verdad, y lo era, porque poco después de terminar las negociaciones el banco empezó a arrepentirse, demandando que Marvel cubriera 1/3 de los costos de producción de las películas. Feisel pudo remediar la situación negociando con los estudios usando los derechos de distribución internacionales.

    Su habilidad le dio a Maisel la confianza de Perlmutter y lo nombró vicepresidente de los estudios. La propuesta de Feisel era agresiva: usar el dinero lo más pronto posible y sacar varias películas por año. Arad aconsejaba cautela y restricción. Perlmutter se puso de lado de Maisel, y Arad abandonó la compañía en el 2006, vendiendo sus acciones. 

    (Como suele ocurrir, la verdad de la situación está en disputa. Avi Arad dice que él fue el que negocio todo y propuso todo, pero la versión de Maisel es la que parece tener más apoyo de terceras partes)

    Con la renuncia de Arad, Kevin Feige, a la tierna edad de 33 años, se convirtió en la cabeza de estudio más joven de Hollywood.

    Tenían el dinero y tenían la visión, ahora sólo les faltaba ese pequeño detalle de hacer, bueno, una película que le gustara a la gente. ¿Cuál seria apropiada? No tenían a Spider-Man ni a los X-Men, pero hacia poco los derechos de Iron Man habían revertido a la compañía, después de languidecer durante años en New Line Cinema.

    Jon Favreau conoció a Avi Arad durante el rodaje de Daredevil, donde Favreau había interpretado el rol de Foggy Nelson. Además de actor, Favreau también es director, y tenía en su currículum la comedia navideña Elf con Will Ferrell y la cinta de aventuras Zathura. Esto fue suficiente para convencer a Marvel de contratarlo para dirigir Iron Man. Para Feige, la idea de adaptar ese personaje era natural, ya que era el único de los personajes principales de Marvel que jamás había sido llevado a la pantalla en acción viva.

    En el tiempo que leyeron esto, Downey ganó
    otros 20 millones de dólares por CACW
    La elección de Robert Downey Jr. para protagonizarla resultó ser una pelea para Favreau. Downey era conocido por dos cosas: por ser uno de los actores más talentosos de su generación, y por haber desperdiciado su talento en drogas y en alcohol que lo llevaron a extensas estadías en rehabilitación e incluso a la cartel. Había logrado retomar su carrera gracias a que Mel Gibson, con quien tenía una amistad personal  desde hacía años, puso personalmente el dinero del seguro para contratarlo en The Singing Detective. Downey logró hacer varios papeles sin problemas, pero de igual manera en sus contratos se le retenía una porción de su sueldo hasta que se completaran sus películas sin eventualidades. Además de eso estaba su edad. A sus 43 años, no estaba precisamente rumbo al asilo, pero el propósito de Iron Man era iniciar una franquicia que duraría años, incluso décadas. La insistencia de Favreau y la humildad de Downey al aceptar hacer un screentest convenció a Marvel Studios.

    Iron Man se estrenó el 2 de Mayo del 2008. Favreau se inspiró en cintas  clásicas de superhéroes como Superman: The Movie y contemporáneas como Batman Begins para ofrecer una película de acción ágil y entretenida que sentó las bases generales del tono y ritmo que una película de Marvel debería de tener, pero más que todo fue la actuación de Robert Downey Jr. la que cautivó al público y la crítica. El actor, quien había sido la parte más riesgosa de la película, acabo siendo su mayor acierto. En total, Iron Man recaudó 585 millones de dólares a nivel mundial.

    En el 2000, Mark Millar y Bryan Hitch reimaginaron a los Avengers en su cómic The Ultimates, y basaron la imagen de su versión de Nick Fury en Samuel L. Jackson. Durante semanas antes de que se estrenará Iron Man había habido rumores de que Marvel Studios había contratado a Jackson para ese papel, pero poco antes del estreno esos rumores fueron desmentidos. Fue un intento del estudio para preservar la sorpresa, porque todos aquellos que se quedaron a ver los créditos de Iron Man pudieron ver no sólo a Jackson con su parche en el ojo, sino prometiendo a los espectadores que lo mejor estaba todavía por venir.

    Lo que después Kevin Feige llamaría el Universo Cinemático de Marvel había nacido.

    Este no sólo emocionó a los fans con la promesa de un filme de los héroes más grandes de Marvel, sino que hizo que uno de las compañías más grandes del mundo se dieran cuenta del potencial que tenían estos personajes.

    La lealtad que Maisel e tenía a Ovitz hace años rindió frutos para Marvel, porque fue durante el corto periodo en el que Ovitz fue presidente de Disney que Feisel conoció al actual presidente Bob Iger. Maisel naturalmente fue el encargado de reunirse con Iger en febrero del 2009 para agendar una reunión entre Iger y Perlmutter. En agosto se concretó la venta y en diciembre se finalizó, con los medios anunciando que The Walt Disney Company adquirió Marvel Entertainment por 4,300 millones de dólares.

    Nada más para una compañía que en 1997 valía menos del papel en el que imprimían sus cómics.

    Después de décadas de querer ser Disney, Marvel lo había logrado de una manera un poco rebuscada.

    Bajo la nueva estructura, Marvel Entertainment seguiría teniendo autonomía, con Perlmutter como presidente de la compañía, Alan Fine y Joe Quesada encargados del área de los cómics, y Kevin Feige como presidente de Marvel Studios. Maisel prefirió dejar la compañía después de la venta. En Avengers: Age of Ultron aparece un agradecimiento hacia él. 

    Feige siguió teniendo éxito tras éxito, introduciendo personajes que se consideraban difíciles de adaptar. Kenneth Brannagh logró lo que los estudios rivales no lograron con Green Lantern, mezclando con eficacia la fantasía espacial y las aventuras terrestres en Thor. Joe Johnston estiró los límites de la fórmula con Captain America: The First Avenger, una película de guerra de sensibilidades dieselpunk.

    Esta serie de películas, retroactivamente llamada la “Fase Uno” culminó en The Avengers, dirigida por Joss Whedon. Whedon era también una propuesta riesgosa. Había alcanzado la fama entre los fans por su serie de culto Buffy The Vampire Slayer, pero sus últimas dos series habían sido canceladas a los pocos episodios y su única película había sido un fracaso. Pero su habilidad de manejar grandes elencos, su capacidad para el humor y la caracterización y su talento para infundir de temática lo que es entretenimiento superficialmente vano hicieron que Feige confiara en él.

    Como la apuesta con Robert Downey Jr., el arriesgarse con Joss Whedon pagó con creces. The Avengers se convirtió en la tercer película más taquillera de todos los tiempos, y es generalmente considerada una de las mejores película del género de superhéroes.

    La serie de exitos continuó sin romperse. Las secuelas de Iron Man, Thor y Captain America generaron más ganancias para Marvel Studios y Disney y establecieron el nombre Marvel como una marca de confianza. Esto les permitió arriesgarse. En el 2014, estrenaron Guardians of the Galaxy, protagonizada por un mapache que habla y un árbol y basada en una serie de cómics poco conocida pero muy aclamada que los autores Dan Abnett y Andy Lanning habian revitalizado hacia unos años.

    Mother Russia.
    Kevin Feige fue poco a poco convirtiendose en una de las personas más poderosas de Hollywood. Su singular visión habia cambiado las reglas, convirtiendo a las peliculas de Marvel Studios en esencialmente “temporadas” de un programa de television llevadas al cine. Su posicion en Marvel Studios lo llevó a enfrentarse constantemente con el “notoriamente frugal” Perlmutter. Esta friccón culminó, de manera tal vez apropiada, durante la filmación de la pelicula que mostraria el cisma entre las facciones del UCM: Captain America Civil War. Lo que inició como una secuela de la serie de Captain America se convirtió en casi una pelicula de The Avengers, con todo el presupuesto que esto conlleva. Perlmutter se opuso a gastar tanto dinero en la cinta y Feige finalmente se cansó de la situación y fue directamente con Disney. Despues de haberles hecho ganar tanto dinero, tanto prestigio y tantos fans, Feige pensaba que era él el que deberia de tener la ultima palabra. Disney estuvo de acuerdo. La division de peliculas de Marvel Studios pasó de estar bajo el mandato de Isaac Perlmutter y Marvel Enterprises a reportar directamente a Alan Horn, jefe de los estudios Disney.

    Sin duda fue la mejor decisión. Feige se ha caracterizado por liderear Marvel Studios de una manera que estudios rivales han tratado de imitar durante años sin éxito. Marvel Studios cambió la manera en la que se hace el cine, y ahora Fox, Warner Bros. y Universal quieren sus universos compartidos. Incluso compañias de juguetes como Hasbro quieren un pedazo del pastel, pero ninguna ha tenido éxito. La falta de una sólida vision de calidad ha afectado el universo DC en Warner Bros. y aunque la franquicia de los X-Men sigue en pie, no fue hasta Deadpool que se empezó a explorar más alla de los personajes del equipo principal y Wolverine. Sony Pictures, despues de la decepcion de Amazing Spider-Man 2, prefirio devolverle los derechos del arácnido a Marvel.

    Lo más sobresaliente de esta historia es que se requirieron de muchos sucesos, de muchas personas con el talento y la capacidad adecuadas para llevar a la pantalla los cómics de Marvel. Ademas de encontrarse casi por casualidad a un talentoso (y ambicioso) productor como Kevin Feige, se requirio de la astucia de Maisel para conseguir el dinero y luego vender la compañía a Disney. En el lado creativo, las elecciones de Favreau, Whedon, James Gunn y los hermanos Russo fueron esencial para sentar las bases y continuar el éxito. La eleccion de Robert Downey Jr. y Chris Evans, entre otros, para interpretar los perosnajes resultó ser igual de esencial para la franquicia; actores capaces de encarnar – e incluso superar – sus contrapartes en los cómics.

    Cuando se empezó la idea de ver a la mayoria de los superheroes de Marvel dentro de una serie de peliuclas, estoy seguro que muchos fans pensamos que era una idea demasiado optimista o, en el peor de los casos, imposible de realizar. Estabamos equivcados, sólo era meramente imporbable, y se requirió de una cadena de eventos bastante afortunados para ejecutarla.

    --Héctor 
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