Siempre me han gustado los superhéroes.
Existe algo en el género que siempre me ha atraído. Años y años después de mi primera interacción con ellos, supongo que puedo culpar a su poder mitológico, a la intersección que tienen con ideas profundamente humanistas y a su estatus como los héroes de leyenda de los siglos XX y XXI. Pero en esos primeros años de la década de los 80’s, dichas interpretaciones aún se me escapaban. En ese entonces, me gustaban porque Superfriends era un show divertido. Como la gran, gran mayoría de fans de mi generación, ese programa fue mi introducción al mundo de las mallas, los superpoderes, y las capas. Uno de los integrantes del equipo era un tipo vestido de gris y azul, que ni siquiera tenía superpoderes. Nunca estuve muy seguro de que hacía ahí.
Aún no entendía a Batman.
Mi segunda exposición al Encapotado fue la serie producida por William Dozier en los 60’s. En ella, Batman era todo un aventurero. Podía derrotar a docenas de malhechores y siempre, siempre lograba escapar de esas Goldbergianas trampas con las que sus enemigos planeaban derrotarlo. ¡Cuánta tensión! En ocasiones el show era gracioso – momentos de ligereza superpuestos con lo que para mí era drama absoluto.
Inevitablemente gravité hacia los cómics. Mi primer cómic de Batman fue una edición traducida por Editorial Novaro: The Brave and the Bold v1 #106, una aventura co-estelarizada por Green Arrow en la que se enfrentaban a Two-Face donde, siguiendo con la teoría convencional del status quo intratable de los cómics, volvía a quedar desfigurado. Después, empezaría a comprar todos los comics de Batman que se cruzaran en mi camino y aunque los disfrutaba mucho, me confundían. Comparado con la serie o Superfriends, los personajes tenían los mismos nombres, pero parecían distintos.
Aún no entendía a Batman.
II.
Superfriends fue una serie de TV que duró, por más increíble que parezca, 12 años. A lo largo de su corrida, tuvo un número de reintroducciones y reinvenciones. Al final de su transmisión, la serie se convirtió en un vistazo relativamente serio a sus personajes y fue renombrada The Super Powers Team: Galactic Guardians. Mientras que la gran mayoría de los episodios que conforman los 12 años de Superfriends constituyen una masa indefinida en mi cabeza, existe uno en particular de esa última temporada que recuerdo vívidamente: The Fear. Supongo que para ese punto sabía que Superman era el Ultimo Hijo de Krypton, pero no tenía idea de dónde provenía Batman. Ese episodio es notable por ser la primera vez que se exploraba el origen de Bruce Wayne en la pantalla. En alguna ocasión la muerte de los Wayne fue mencionado en la serie de Adam West, pero nunca habíamos visto el profundo impacto de este hecho en la psique de Bruce. Yo creo que existen pocos miedos tan profundos en el alma de un niño de 6 años que el perder a sus padres, y ese episodio – ese nuevo conocimiento – me perturbó profundamente. No me queda duda que una de las razones por las que Batman se ha convertido en una parte significativa de la conciencia pop es este origen tan icónico; tan identificable. Bill Finger sabía lo que hacía cuando le dio ese origen.
Tenía todos los elementos a mi disposición. Pero faltaría más de una década para que pudiera entender a Batman.
III.
1989 fue un buen año. Tenía 9 y el verano del cine sonaba muy prometedor. Las secuelas de Back to the Future y Ghostbusters estaban prontas a estrenarse, pero había una película que esperaba más que cualquier otra: “Batman”. 1989 fue el año del Murciélago. Batman es un Mito, es una Marca y es una Historia. Estaba familiarizado con la Historia, y las implicaciones Mitológicas aún no eran parte de mi léxico, pero mi contacto con Batman como Marca fue espectacular. El emblema del Murciélago estaba en todas partes. La Marca de Batman. Y no me refiero sólo a “Marca” desde un punto de vista legal, ese artefacto de propiedad intelectual que le pertenece a DC Comics y a cualquier compañía que es su propietaria. Hablo de Marca como un significante del inconsciente colectivo. Usar la Marca nos hacía parte del mismo grupo, con una historia común; el emblema – el Sígil – no es meramente una excusa para cobrar regalías por su uso, es un símbolo semiótico que conlleva valores y tiene verdaderos significados. El Sígil es el hilo conductor entre los tres niveles de Batman.
Los cómics que leía a finales de los 80’s – esas grandes historias de Mike Barr, Doug Moench y Alan Grant, con arte de Norm Breyfogle y Jim Aparo – tenían muy poco que ver con la serie de los 60’s. Esto fue, claro, una decisión consiente. Se trataba de alejarse lo más posible de esa serie de TV en un intento de estrechar el significado del personaje. Pero bueno, no sabía nada de eso, lo que sabía era que el Batman de Tim Burton era más cercano a lo que yo reconocía como el Verdadero Batman, el que venía de los comics. Estaba listo para dejar de lado el Batman infantil de Adam West y adentrarme en el oscuro mundo de una Gotham enferma de corrupción llena de asesinos, y la cura solamente podía provenir de los puños de Batman.
No sólo no entendía a Batman. Lo entendía cada vez menos.
IV.
Después vinieron Batman Returns, Knightfall, Batman Forever, Batman and Robin. Durante esos años descubrí que había mucho más de Batman de lo que sabía y empecé a empaparme de su historia, descubriendo que en los cómics también había periodos que, como la serie lo era ya para esa época, estaban muy, muy pero muy por debajo de mi sofisticación. No que realmente los leyera o los estudiara, pero estaba muy contento de tener a Batman en su Prisión Oscura y Seria.
No es como si fuera muy difícil, o como si no hubiera una gran cantidad de personas constantemente reforzando esta reducción. En su introducción a Batman vs Predator, Denny O’Neil se encargó de poner a Batman en su cajita: se podía hacer una excepción en esa ocasión, porque Predator es un alien temible y todo eso, pero en general, Batman no es Ciencia Ficción.
Eventualmente acabé perdiendo el interés en el personaje. Eran los 90’s, nadie puede ser hecho responsable por lo que hizo en esa década. Había otros cómics, otras compañías y personajes que explorar, y Batman – y DC Comics – quedaron de lado.
Para este punto, tendrían que venir alienígenas a abducirme camino a Katmandú para que pudiera entender a Batman.
V.
Gothic es una historia que se publicó originalmente en Legends of the Dark Knight, un título que mostraba historia fuera de la continuidad actual del personaje. Plantada firmemente en el Batman Grim and Gritty, la historia trata sobre demonios, pactos Faustianos y la intersección de Batman con ideas primordiales de la Maldad. Es una de las pocas historias que realmente me han causado pesadillas. Fue una de las primeras ocasiones en las que me remonte a la primera página para ver de qué mente tan perversa pudo haber salido tanto terror. El crédito leía: “Grant Morrison”.
Grant Morrison es un autor escocés que actualmente es considerado uno de los mejores escritores en la industria. En 1997, después de revitalizar series como Animal Man y Doom Patrol, y en medio de su ópera prima “The Invisibles”, se le dio la tarea de escribir un título que reunía a los superhéroes más grandes de DC Comics por primera vez desde Crisis on Infinite Earths: JLA.
No hubo vuelta atrás para mí. Si hasta ese entonces mi cariño se dividía entre varias compañías y personajes, JLA lo cambió de manera definitiva; El Universo DC se convirtió en mi universo ficticio favorito; y por encima de todos los demás personajes, sólo había uno: Batman. En el primer arco, Superman declara – y recordemos, Superman nunca miente – que Batman es “El Hombre Más Peligroso de la Tierra”. En un panel, Grant Morrison contestó esa pregunta que tenía desde que vi el primer episodio de Superfriends.
El Batman de Grant Morrison en JLA era un justiciero súper-tecnificado. Se enfrentaba a extraterrestres, ángeles, y Nuevos Dioses. Era el anatema de lo que O’Neil había descrito en su introducción a Batman vs. Predator, hasta el punto que Morrison prácticamente tuvo que rebelarse para mostrar que Batman tenía un transportador de la JLA en la cueva, escondiéndose de O’Neil – quién en ese entonces era el todopoderoso editor de los títulos de Batman. O’Neil estaba enfrascado en tener a Batman encerrado, Morrison lo quería liberar.
Fue imposible no notar esta discrepancia presente en el trabajo de Morrison. Su Batman era distinto al que era publicado en otros comics; incluso, era distinto al Batman que escribió en Gothic, que a su vez era distinto al de Tim Burton, un Batman muy distinto al de Adam West. No estamos siquiera hablando de la latitud que es entendible al adaptar un personaje, o la variedad de interpretación que nace de distintos autores. Estos Batman parecen no tener nada similar entre ellos. ¿Qué, entonces, es el Verdadero Batman?
Una carta de un fan me dio la respuesta, publicada en JLA #20:
Crucially, Morrison understand Batman is never a single character, but rather a host of Batmen; a wealth of possibilities existing behind that costume, cowl and symbol.
Al fin. Eso era lo que me faltaba. Batman no es una sola interpretación. Batman es un Entretejido de Historias que se han retroalimentado de forma constante desde su concepción, que van de la Seriedad Oscura hasta el Camp, pasando por todo el espectro de interpretaciones que comprende esos dos extremos, aparentemente opuestos, pero que forma la riqueza del personaje. Querer reducir a Batman, como yo lo hacía, no beneficia al personaje. Lo limita, lo empobrece y lo encierra en una casilla, removiendo una de sus características más esenciales: la elasticidad que le ha permitido reinventarse, adaptarse e insertarse en toda clase de géneros e historias. Una característica que lo hace Real, y le permite trascender su forma, sin la cual, se convierte en uno de esos personajes estáticos, congelados en el tiempo y en una era en particular, destinados al olvidos, como tantos de sus contemporáneos del comic y el pulp.
Qué equivocado estaba. Al querer sujetar a Batman a una interpretación de vigilante urbano estaba poniendo límites a la imaginación misma. Estaba atosigando a la Historia con ideas delirantes sobre “Realismo” y “Verdad” que contradicen el punto mismo del personaje. Porque Batman es Bruce Wayne, cuyos padres fueron asesinados cuando era un niño, y decidió ponerse un traje de roedor volador para combatir el crimen. Eso es lo brillante del concepto: al estar fundamentado en tragedia, pero expresado en forma fantástica, las nociones de seriedad y ridiculez es la gran contradicción de Batman, y lo que lo hace una de las figuras ficticias más fascinantes, capaz de adecuarse a cualquier historia, de cualquier tono.
Todo esto lo entendí gracias a una carta en un comic. Por otra parte, dicha carta fue escrita por Will Brooker, quien ha escrito ensayos y libros exponiendo estos mismos temas de los que hablo, y es uno de los más importantes académicos de los comics. Si aprendo, aprendo de los mejores.
Con este nuevo punto de vista, volví a ver la serie de Adam West, encontrando una gran cantidad de subtextos que jamás hubiera podido entender de niño. Encontré que la serie funciona en muchos niveles, en particular para los niños (que la toman en serio) y para los adultos (que disfrutan su gracia e ingenio). Descubar que refleja con precisión una parte de la historia de Batman, uno de los extremos en el Espectro de Batman, fue uno de los puntos más importantes en mi desarrollo como fan. La película de 1966, que sirvió de puente entre dos temporadas del show, es magnífica en todos los sentidos. Pero así como aprecio esta parte del personaje, también aprecio esa otra faceta, la que es considerada como el Batman Real. Aunque no comparto esa interpretación, también quería ver ese Batman en pantalla, dado que los intentos de Burton, a pesar de ser parte y parcela del Entretejido de Batman, nunca me parecieron muy exitosos.
Para finales de los 90’s, ya entendía a Batman mucho mejor. Pero mi visión estaba aún fracturada, necesitaba que la convirtieran en un todo.
VI.
Hago un paréntesis para mencionar Batman: The Animated Series. ¿Recuerdan lo que dije acerca de no juzgarme por los 90’s? Mi peor pecado es que esta serie no me encantó cuando la vi durante su estreno, y la seguí muy esporádicamente. Pero a comienzo de los 00’s la redescubrí y me di cuenta de su grandeza. Mask of the Phantasm es una película perfecta de Batman en todos los sentidos.
La serie también refleja esa hermosa cualidad del Entretejido de Batman y su constante retroalimentación. Originalmente nacida de las película de Tim Burton, acabó contribuyendo elementos importantes a la Historia de Batman, los cuales repercutieron en la cuarta entrega fílmica de la serie cinematográfica de los 90’s y a su vez, a los cómics. Los tributarios regresan a su río original.
VII.
En el 2002, me reuní con un grupo de amigos para ver una película. Alguien, no recuerdo quién, tal vez fui yo, eligió una poco conocida pero que se escuchaba interesante: trataba sobre una persona que buscaba al asesino de su esposa. No podía sonar más cliché, pero tenía un twist: padecía de una incapacidad de formar nuevos recuerdos, y la película seria contada desde su punto de vista, con una narrativa fracturada y no lineal.
Yo fui el único que no se durmió. Para todos los demás, fue una fumada insoportable. Para mí, fue el primer encuentro que tuve con un director al que seguiría de manera constante durante los próximos años.
Me gustaría decir el solo nombre de Christopher Nolan fue suficiente para que confiara en el proyecto de traer de vuelta a Batman al cine, pero, la verdad, ya habían sido muchas decepciones. Recuerdo que en esos días busque por todos los rincones del internet hasta encontrar el guión, supuestamente obtenido ilegalmente, algo que siempre me pareció sospechoso. Lo que leí aminoró mis dudas. Pero leer un guión no es lo mismo que ver la película. Aproximadamente un año después de leerlo, se estrenó Batman Begins.
La Trilogía de The Dark Knight es, por encima de cualquier otra cosa, tres excelentes películas. Además, son fieles a una tradición selectiva de textos que incluye a Bill Finger Frank Miller, Denny O’Neil y Jeph Loeb. La calidad de la película es enriquecida por su intertextualidad; su relación con textos importantes en la historia de Batman, al mismo tiempo que Christopher Nolan es capaz de imprimirle su sello autoral. No se le puede pedir mucho más a una adaptación. Sin embargo, no fue suficiente para Nolan. Su Batman operaba en el Tercer Nivel de Batman: El Mito. La Leyenda. La idea del Murciélago, la apropiación del Tótem y la creación del Sígil. Fui introducido a todas estas ideas en Batman Begins. Para el momento en el que me senté en la sala para ver la cinta, ya tenía una idea bastante completa del personaje, pero Christopher Nolan logró lo que ningún otro director de cine ha logrado al hacer una adaptación de un comic: expandir mi entendimiento del personaje.
El Batman de Christopher Nolan es uno de los mejores en la historia del personaje. No es más Real que el de Adam West; ambos lo son, y la presencia de uno no demerita la existencia del otro. De nuevo, volvemos a la fuerza que tiene el concepto; su elasticidad. Las dos versiones forman parte de mi continuidad personal, de mi exegesis de los textos, pero, ¿acaso se podría hacer algo así, en el Primer Nivel de Batman?. Para mí, las historias de Finger, Fox y Reed de los 40’s y 50’s, las de O’Neil y Adams en los 70’s y Miller en los 80’s forman parte del mismo personaje, pero ¿hacerlo a nivel Historia? ¿Crear un Mejor Batman?
Es imposible. ¿Quién sería lo suficientemente escocés para intentar algo así?
VIII.
Desde la última vez que Grant Morrison escribió a Batman en JLA, se había convertido en mi personaje favorito y él en mi escritor predilecto. Uno pensaría que cuando DC lo contrató para ser el escritor principal del Caballero Oscuro, no sentiría más que alegría. Sin embargo, lo que sentí fue trepidación; dicho par jamás podría alcanzar mis expectativas.
Obvio, estaba completamente equivocado.
Con la excepción de Bill Finger, quien creó al personaje y le dio sus características esenciales, no hay nadie que conozca mejor a Batman que Grant Morrison. Morrison se dio cuenta de la flexibilidad del personaje, del valor de sus historias y lo escribió como un todo, en donde Batman es todo lo que fue, es y será en un futuro. Grant Morrison no se esconde de los aspectos “tontos” del personaje, los acoge y contextualiza. Se da cuenta de su riqueza. Es parte de lo que se denominó en un influencial ensayo en internet La Era Prismática; todas estas partes, aparentemente fracturadas, son parte de un mismo personaje, y al unirlas, al examinarlas y encontrarlas validas, Grant Morrison fue capaz de darnos el Batman Definitivo. El Batman que abarca todas y cada una de las historias publicadas en sus 75 años de existencia.
Grant Morrison, como Batman, logró lo imposible: sincretizar al Hombre Murciélago. Lo hizo a nivel Historia (todo es válido, todo ocurrió), a nivel Marca (el Símbolo, el Sígil, la comunión entre los que somos fans y las historias, de forma diegética y extradiegética) y a nivel Mito (la ascensión del Bati-Dios, la idea como imperecedera, recurrente y recursiva, autoreplicante)
30 años después de mi primer contacto con el Hombre Murciélago, pude decir, al fin, que lo entendía.
IX.
Todo esto es la razón por la que Batman es mi personaje favorito. Su maleabilidad tiene como resultado una enorme cantidad de historias que han sido catapultadas al tope de lo mejor del género de superhéroes a través de todos los medios. ¿Mejor cómic? Al lado de la monumental Watchmen, frecuentemente se encontrará The Dark Knight Returns. ¿Mejor película de superhéroes? Está The Dark Knight y luego todas las demás. ¿Mejor videojuego o animación de superhéroes? La serie Arkham se mantiene por encima de las demás, y Batman: The Animated Series es uno de los mejores ejemplos de animación estadounidense.
Es fácil responder a la pregunta “¿Por qué le gusta Batman a los fans?” con “Porque se han hecho grandes cosas con él”. ¿Es una causa, o un efecto?
Otra manera en la que se responde esa pregunta con frecuencia es “Porque es humano, es identificable. Podemos ser Batman” pero nunca he estado de acuerdo con eso. No creo que ser un multimillonario que ha pasado su vida entrenándose para combatir el crimen es intrínsecamente más identificable o alcanzable que un extraterrestre que es el último de su raza; lo lamento, pero la mayoría de nosotros jamás seremos ni una ni otra cosa. Esta interpretación es insuficiente para mí.
Aunque la idea en general es buena. El poder de Batman radica en su capacidad de figura transformativa. Esa es la parte que todos podemos encontrar identificable. Las expresiones de esa idea son superficiales e innecesarias. El traje, el dinero, los juguetes y sí, incluso su humanidad son irrelevantes. Lo que llama la atención es la capacidad del personaje de tomar una tragedia (cualquiera, de cualquier tamaño) y usarla como combustible para lograr un objetivo positivo. Al enfrentarse a una tragedia así, las únicas opciones son utilizarla o darnos por vencidos; el espíritu de Batman radica en lo segunda. Nuestra capacidad para transformar la oscuridad en luz.
Y también el traje. Y los juguetes. Eso también ayuda. El personaje que crearon Bill y Bob es un misil de alta precisión dirigido al inconsciente colectivo que despliega su cargamento en muchos niveles.
X.
Hace unos 80 años, dos jóvenes del Bronx de Nueva York se sentaron en la banca del parque dedicado a la memoria de Edgar Allan Poe, uno de los mejores escritores de misterio que ha tenido la literatura, para esbozar las ideas de lo que sería posiblemente el personaje más popular en la historia de los cómics. Como suele ocurrir, dudo que Bill Finger y Bob Kane supieran que el personaje continuaría vivo, más vibrante que nunca, décadas después de que ambos abandonaran este mundo.
Fue un edicto editorial el que causó la creación de Batman. La compañía necesitaba otro superheroe para capitalizar el éxito de Superman. Roland Barthes escribío alguna vez que los autores meramente editan lo preexistente; lo reacomodan y mezclan para crear algo nuevo, y esto fue lo que hicieron Bill y Bob: tomarón de la literatura, de las leyendas, de la historia, del cine, para crear algo completamente nuevo, y sin embargo, profundamente familiar.
XI.
Batman
The Bat-Man
El Hombre Murciélago
El Encapotado
El Caballero de la Noche
El Caballero Oscuro
El Mejor Detective del Mundo
The Dark Knight
The Caped Crusader
The Masked Manhunter
The Bat
¿Quién es Batman?
Es un mismo personaje. Con muchas facetas. Batman es Bill Finger y Bob Kane, es Gardner Fox y Dick Sprang, Es David Reed y Jerry Robinson, es William Dozier y Adam West, es Denny O’Neil, Dick Giordano y Neal Adams, es Frank Miller, Es Mike W. Barr, Doug Moench, Chuck Dixon, Jim Aparo, Norm Breyfogle y Kelley Jones, es Tim Burton, es Joel Shcumacher y George Clooney, es Bruce Timm, Alan Burnett y Paul Dini, es Christopher Nolan y Christian Bale, es Michael Jelenic y James Tucker, es Grant Morrison y Tony Daniel.
Pero Batman es mucho más. Es la persona que se pone un traje de murciélago y sale a la calle, no a patear a un criminal, sino a traer una sonrisa a los demás. Es el niño que le gustaría darle un puñetazo al cáncer. Es cualquier persona que ha enfrentado la tragedia, la depresión y ha salido avante. Batman es todos nosotros. Y Batman es de todos.
Cuidémoslo por otros 80 años.
Aun así, puedo verlo ahora, en las garras de fuerzas implacables, innumerables enemigos. En algún lugar sin esperanza. En algún lugar donde todo parece perdido. Pero sé esto… el Enemigo se distraerá, tan sólo por un minstante, subestimándolo por esa fracción de segundo de más. Y no importa que tan oscura sea la noche, no habrá ningún lugar para que el Mal se esconda.
--Héctor