Introducción
Este fin de semana estrenó en las
pantallas de casi todo el mundo Dark Phoenix (con el prefijo X-Men en la mayoría
de los mercados internacionales), película escrita, producida y dirigida por
Simon Kinberg (escritor de The Last Stand, Days of Future Past, Apocalypse, y
productor/mente maestra de la franquicia desde First Class) y que una vez más
intenta adaptar la mítica Saga de Dark Phoenix publicada originalmente en 1980
y escrita e ilustrada por el patriarca mutante Chris Claremont junto con
la otrora leyenda de la industria John Byrne. Los resultados son mixtos o
mediocres y en general constituyen una decepción para una franquicia que vio
sus mejores días hace tiempo.
La cinta, situada en 1992, nos
muestra un equipo consolidado de X-Men que son enviados por Charles Xavier a rescatar
los miembros de una misión espacial que fueron inmovilizados por una tormenta
solar. Cuando un miembro de la tripulación aun queda atrapado, Jean Grey decide
enfrentar directamente la tormenta, a la cual misteriosamente sobrevive. De
regreso en la Tierra, Jean empieza a experimentar confusión y dolor debido a
que recuerdos dolorosos empiezan a surgir a la vez que empieza a manifestar
niveles extremos de poder telequinético y telepático. Todo se complica además
cuando una raza alienígena llega a la Tierra buscando el poder que Jean empieza
a manifestar.
Como producto fílmico la cinta es
bastante irregular pues sufre de una dirección bastante mediocre pero más
importante aún, de un guion que nunca cuaja adecuadamente y eso se debe a dos
factores tremendamente opuestos pero que impactan en la historia: la cinta logra
capturar con bastante eficiencia y dedicación el drama de Jean Grey mientras
que fracasa miserablemente en entender a la Fuerza Fénix y traer el concepto con
sus implicaciones a esta cinta. Para coronar esto, la cinta además arrastra
problemas estructurales que tienen que ver con la forma en que Kinberg junto
con Lauren Shulen Donner fueron evolucionando la franquicia.
Fénix
El primer gran problema que tiene
la cinta es que tiene un horrible, patético, espantoso y nulo entendimiento de
la fuerza fénix y no entender este concepto es la razón por la cual tanto The
Last Stand como Dark Phoenix fallaron miserablemente en capturar la
grandilocuencia y maestría de la historia original de Claremont y Byrne.
En la mitología mutante (y aquí
vienen puras cosas de los cómics), la Fuerza Fénix (a la que el timorato Kinberg
ni siquiera puede llamar así y mucho menos retratar como se debe en la cinta)
es una fuerza primordial del Universo. Es la pasión de la creación y el fuego que
da la vida. Nacida del vacío que existe entre los estados del ser, es el nexo
de toda la energía psiónica que existe, ha existido y existirá. Es (tal y como
la película lo reconoce, en uno de sus pocos momentos de lucidez) la chispa que
inició todo y será la última flama que se extinguirá cuando todo termine. La
Fuerza Fénix es por tanto una fuerza de pasión y energía.
La razón por la que todos en el
Universo temen al Fénix es por el llamado Juicio del Fénix. La misión de la Fuerza
Fénix como guardiana de la creación es preservar la chispa de la vida, eso
incluye preservar lo que deba preservarse, crear lo que necesite existir,
transformar lo que necesite cambiar, y obviamente, destruir lo que necesite desaparecer.
En esencia el Fénix no es malvado, solo cumple una función primordial del
Universo.
Dark Phoenix, en su concepción teórica,
es un estado alterado del Fénix. La Fuerza Fénix no conoce ni está atada a los vanos
conceptos humanos (o para el caso, de cualquier especie menor como los Shi’Ar,
los Kree o los D’Bari) de maldad o bondad. Solo tiene una misión y su comportamiento
se guía bajo esos principios. Sin embargo, el Fénix también tiene ocio y
curiosidad, y eso lo lleva a conocer seres excepcionales en la historia del Universo.
Uno de esos termina siendo Jean Grey, una mujer que le atrae no sólo por ser
uno de las mentes telepatas y telequinéticas más poderosas de todos los
tiempos, sino una persona que le atrae por su inmensa fuerza y amor por la
vida, al final de cuentas lo que alimental al Fénix. Es por esta razón que
cuando la Fuerza Fénix escucha el llamado de auxilio de Jean Grey, la Fuerza se
siente atraída hacia Jean y la ayuda.
Cuando la Fuerza Fénix se fusiona
con Jean Grey empieza a experimentar las tribulaciones propias de la humanidad:
en un principio conoce el amor, la amistad, el trabajo en equipo, la familia, la
bondad. Sin embargo, cuando diversas manipulaciones la llevan a sentirse
amenazada conoce el miedo, la ansiedad, el terror, el odio y la ira. Todas
ellas, emociones humanas ajenas a la fuerza, las cuales incluso, en ese
momento, superaban a la propia Jean. Es entonces, que una consciencia confundida
con poder absoluto, se corrompe absolutamente y nace Dark Phoenix; un estado
alterado del Fénix, embebido de poder y que decide consumir y destruir todo
aquello que no entiende. Solo el amor de Jean Grey puede luchar contra el
destino inevitable de destrucción y muerte de Dark Phoenix.
El problema de la cinta de
Kinberg es que no entiende todo este concepto y sólo se enfoca en el aspecto
más superficial del personaje: Dark Phoenix. El fallo de presentar a Fénix como
Dark Phoenix es que reduce toda la hermosa cosmovisión que narré del personaje
en ‘es una pinche bola de gases locos del espacio’. Entre eso y tildar el
comportamiento proactivo de una mujer tipo ‘es una pinche vieja loca’ no hay
mucha diferencia. Es simplificar un personaje de formas que incluso tampoco
ayudan a la trama, sino que la demeritan.
Peor aún, Kinberg tiene miedo de
mostrar al Fénix como un inmenso y poderoso pájaro de fuego. En su lugar
tenemos una despreciable bolsa de gases (como Héctor acertadamente la llamó)
que muy al final de la película medio simula ser un pequeño pájaro de fuego. Un
problema que nunca se recuperó en esta franquicia, es su miedo a ser más fiel a
los coloridos y ridículos cómics y esa es la única razón por la que no tenemos
el inmenso y majestuoso pájaro de fuego que nos merecemos. Kinberg incluso
retoma su tesis de The Last Stand que el Fénix es una parte de la consciencia
de Jean que se caracteriza por dolor, destrucción e ira.
Esos problemas también se
reflejan en que la cinta queda a deber en eso de mostrar a Jean Grey como Dark
Phoenix. Si, mata a Mystique (quien no tenía ya nada que hacer en la cinta y
sólo estuvo ahí porque Fox convenció con dinero a Jennifer Lawrence) y si,
voltea algunas patrullas, destruye un tren y mata unos cinco alienígenas lo
cual es una cuota muy baja para ser una fuerza capaz de consumir al Universo. Siendo
honestos, Famke Jansen en The Last Stand es mas Dark Phoenix que esta versión del
personaje.
Continuando con el tema de los alienígenas,
el otro gran problema de la cinta en relación con el Fénix es que Kinberg tuvo
una inmensa holgazanería al diseñar la historia y se inventó unos villanos
tremendamente genéricos y sin sentido encabezados por Jessica Chastain. La
película retoma una raza alienígena clásica de los cómics: los D’Bari, los
cuales, en la saga de Dark Phoenix de Claremont y Byrne son la raza que Jean
Grey / Dark Phoenix aniquila en su ansia de poder y destrucción. Comparen las
escalas, Dark Phoenix Kinberg destruye cinco alienas, tres patrullas, un helicóptero
y un tren; Dark Phoenix Claremont destruye, entre otras cosas, un planeta
entero habitado por tres mil millones de seres vivos. Eso es pensar en grande.
Más allá de que Kinberg retomara
estos personajes o no, es que su función dentro del guion es cubrir la pereza y
mediocridad del mismo. Los D’Bari están para tres cosas: darle exposición y
conocimiento a Jean (y a la audiencia) de la Fuerza, confundirla y corromperla
y en ultima instancia ser la puerta de salvación y redención de Jean. Las tres es
pereza porque había formas más interesantes y originales de llegar ahí. La
primera podía obtenerse a través de la propia Fuerza (que es lo suficientemente
consciente para comunicarse), para la segunda existían decenas de personajes
con mucho mayor resonancia emocional o presencia escénica que podían desarrollar
esa función y la tercera ni siquiera se necesitaba. El camino de Claremont y
Byrne es perfecto: la propia Jean se da cuenta de su corrupción y decide
terminar con su vida.
Jean
Pese a todas estas mal
concepciones, la cinta tiene varios aciertos y uno que resalta con bastante
fuerza es lo eficiente y bien logrado que esta el drama emocional de Jean. Y
eso se debe en buena parte a la propia actuación de Sophie Turner.
Para esto la cinta introduce un
poco de backstory. Nos presenta una escena de 1975 donde una joven Jean de ocho
años descubre sus poderes, los cuales implican un accidente donde su madre
muere y su padre queda traumatizado y rechazando a su hija. Es entonces cuando
Charles Xavier decide adoptar y criar a Jean como una hija. Para ello, Charles
establece una serie de bloqueos mentales que repriman recuerdos dolorosos y no
afecten el desarrollo de su hija. Una vez más, la cinta acierta en el concepto,
pero falla en la ejecución. Ambas ideas (el despertar traumático de los poderes
de Jean y los bloqueos mentales de Charles) son de hecho conceptos de Chris
Claremont pero que tienen más sentido en el cómic.
En los cómics, el despertar de
los poderes de Jean ocurre cuando ella, de unos ocho o diez años, sufre junto
con su mejor amiga, Annie Richardson, un accidente en el cual Annie muere. Jean
enlaza telepáticamente su mente con la de Annie y siente como Annie muere,
llena de miedo y dolor. Este evento traumatiza a Jean de tal manera que John y
Elaine Grey (sus padres y una chulada de personas) deciden buscar a Charles
quien bloquea los poderes de Jean (en especial los telepáticos) hasta que Jean
tuviera mayor edad para entenderlos. Esta es una historia poderosa y emotiva que
deja todos como héroes. El camino tomado por Kinberg implica un montón de problemas
incluyendo que a Jean le dejan una familia bien horrible solo para que el flojo
guion logre despertar el lado oscuro de Jean.
Pese a este fallo, una vez que
Jean se empieza a convertir en Dark Phoenix el arco dramático de Jean esta
relativamente bien ejecutado y realizado. En parte porque Sophie Turner se
esforzó de sobre manera en este guion y en parte porque Kinberg le metió mas
sustancia a los diálogos y escenas de Jean y logró plasmar el dolor emocional
que le provocaba convertirse en el Fénix, el sentir que toda su vida ha
destruido y lastimado a quienes ama y le importan y sentirse confundida y
dolida de no saber porque siente lo que siente, de no saber como reaccionar
ante las verdades que esta recordando o conociendo y como conjuntarle con un
inmenso poder que se despierta en su interior.
Incluso iré más allá, el final
del arco dramático es el único maldito momento en toda la cinta en que Kinberg
entiende el drama de Fénix y Jean. Cuando Jean entiende que Charles Xavier le dio
una familia y que tiene que luchar por salvarla y más aún, cuando Jean
comprende que el amor como una fuerza primordial de su vida es lo que le da
fuerza, energía y sentido, y en ultima instancia es lo que le permitirá vencer
a los alienígenas y de esta forma evolucionar, no podía entender como esta
parte de la película estaba perfecta en todo sentido, si veníamos de un caos
sin pies ni cabeza.
Ese es el arco dramático de la
historia: la Fuerza Fénix se ve atraída a Jean por su inmenso amor hacia la
vida, por eso la elige y por eso se interesa en ella. Tiempo después, cuando el
Fénix y Jean se corrompen en Dark Phoenix, provocan caos y destrucción hasta
que ambos tienen ese último instante de consciencia ante la oscuridad, donde el
inmenso amor de Jean por su vida, amigos y familia es lo que la lleva a cometer
el sacrificio final: terminar con su vida, para salvar a los suyos y evolucionar.
Me encanto muchísimo que Jean no falleciera, sino que evolucionara a algo más
grande para lo que estaba destinada. Ser una con la fuerza, como su mejor huésped
y encarnación.
X-Men
Además de todo el drama que la
cinta plantea respecto a Jean y Fénix también se toma la molestia de construir
arcos dramáticos con el demás elenco mutante de la mansión con resultados
bastante irregulares. En ese sentido tenemos a Charles, Beast, Mystique, Cyclops,
Nightcrawler, Storm, Quicksilver y como agente externo Magneto.
La película nos presenta un
Charles Xavier más encandilado con la fama, la gloria y el aparente triunfo de
su sueño de coexistencia pacífica entre humanos y mutantes. En ese sentido, la
cinta plasma bastante bien una versión más pragmática y egoísta de Xavier, más llena
de defectos
y decisiones éticamente cuestionables que eventualmente le explotan o pasan factura. Esta versión de Xavier me gustó más porque plasma mejor las complejidades y tribulaciones del personaje.
y decisiones éticamente cuestionables que eventualmente le explotan o pasan factura. Esta versión de Xavier me gustó más porque plasma mejor las complejidades y tribulaciones del personaje.
Lo anterior, a costa de su eterna
amistad y enemistad con Magneto, el cual básicamente solo es un personaje de
relleno. En esta cinta Magneto ha logrado cierta paz al tener su pequeña y
rupestre Genosha como santuario mutante. Jean acude a el intentando obtener
respuestas sobre como superar el odio y dolor, y solo logra que Magneto decida
matarla (decisión de la que se arrepiente bien fácil y tontamente veinte
minutos después). Su presencia es bien innecesaria y no aporta gran cosa.
En el mismo espectro están Mystique
y Beast. La primera sólo aparece media hora para confrontar a Charles por sus
malas decisiones para posteriormente sacrificarse y morir de manera bastante estúpida.
Incluso es bien nefasto por parte de Charles mostrar tan poca condolencia por
su amiga que conocía desde hace cuarenta años). Beast por el otro lado solo
esta ahí como monigote hasta que Raven muere y decide volverse malo y buscar a
Magneto para que mate a Jean para que igualmente cambie de opinión en veinte
minutos. Ambos personajes no aportan nada y sólo muestran que esta franquicia
ya había dado de si respecto a la original First Class.
Jennifer Lawrence y Nicholas Hoult
se veían tremendamente aburridos con sus papeles y en específico la adición de
estos cuatro personajes muestra los problemas en que se metió la franquicia cuando
decidió que la trilogía precuela giraría en torno a la relación de Charles y Erik
(lo cual tenía sentido y era bonito hasta que lo haces cuatro veces y ya sólo
es aburrido y soso) y que su First Class tendría puro personaje segundón porque
las edades y tiempos no coincidían aun para traer a las estrellas. Mystique es
un personaje que fue villano en la saga original y aquí estaba escrita para
volverse así hasta que la popularidad de Jennifer Lawrence hizo que Fox
decidiera hacerla heroína, Beast se quedó porque Charles necesitaba un buen
amigo y consejero. Los demás personajes (incluyendo a Havok y Banshee que eran
buenos personajes) fueron tirados a la basura y por eso sólo terminamos con
estos cuatro.
En Apocalipsis, Kinberg y Singer
se dieron cuenta en el embrollo que se habían metido e intentaron introducir a
las versiones jóvenes de los pesos pesados e intentaron desarrollarlos sin que
les diera realmente tiempo para ello. Así tuvimos versiones jóvenes de Scott,
Jean, Nightcrawler y Storm. Aunque es muy grato que estos niños estén presentes
y tengan mayor peso escénico, la forma en que la franquicia les dio tan poco
tiempo y luego intentó forzar su protagonismo es parte de la razón por la que
probablemente a nadie le interese Dark Phoenix.
Nightcrawler y Storm sólo están para
llenar espacio y servir en las escenas de acción. Tanto Kodi Smith-McPhee como
Alexandra Shipp están muy bien, el primero es tierno y dulce como debe ser Kurt
y la segunda es poderosa y amorosa como debe ser Ororo. Sin embargo, más allá
de que tienen utilidad práctica en las peleas, sus personajes no tienen mayor
relevancia.
Evan Peters como Quicksilver es
otro personaje que nada más se quedó aquí porque Singer le dio un buen uso hace
dos películas y aquí esta de relleno. Si, ya es un X-Men, pero salvo una escena
medio intrascendente al principio no hace nada más. Tengo la teoría de que
Peters no estuvo disponible para los reshoots del tercer acto, porque sólo así
se explica porque la cinta no lo incluye sin mayor explicación y sólo aparece
brevemente al final. De la historia de que es hijo de Magneto ni se acuerden.
La cinta también se molesta en presentar a Selene, del Hellfire Club así como
Red Lotus, ambos como esbirros de Magneto, y terminan siendo igual de patéticos
y olvidables que todos los esbirros de Magneto.
El único otro personaje que auténticamente
me convenció además de Charles, fue Scott. Tye Sheridan está bastante bien como
el tímido, pero sensato Cyclops y nos regala lo que quizá sea la primera
interpretación adecuada del personaje. Scott es gentil, bondadoso, cariñoso, valiente
y entregado. Un líder por definición y una buena persona. Se tardaron cinco
apariciones en finalmente hacerlo bien pero lo lograron.
En cuanto a la calidad técnica de
la película, el aspecto es cumplidor. Las batallas en general están bien. La
secuencia que me pareció mejor lograda sin duda fue la de pelea afuera de la
mansión donde los alienígenas reposaban con Jean. Fue la más interesante y
entretenida. La secuencia del transbordado espacial también esta bien lograda.
La primera escena con la muerte de Mystique es muy anticlimática y chafa,
haciendo un inmerecido homenaje a The Last Stand.
El tercer acto que ocurre en el
tren, y que fue el acto que se refilmó ya que el guion original ocurría en el
espacio, es bien mediocre porque son cosas que ya hemos visto en la propia
franquicia y otras cintas. La razón de los reshoots obedeció a que Fox se
enteró que el final era parecido a otra película de superhéroes (es casi seguro
que es Capitana Marvel) y el estudio prefirió evitar las odiosas comparaciones
(que no sirvieron de mucho).
Como colofón final, es bien chafa
que la cinta no decidiera usar los hermosos uniformes del final de Apocalipsis
y decidiera usar estos genéricos y poco inspirados uniformes que copiaron del
run de Grant Morrison y Frank Quitely en New X-Men.
Futuro
Aunque Simon Kinberg tenia la
loca idea de que Dark Phoenix fuera el inicio de una nueva trilogía basada en
los personajes jóvenes, los tiempos se lo comieron y esta terminó siendo su
última entrega en la franquicia producida por Fox. La adquisición de buena
parte de los activos de 21st Century Fox por parte de The Walt Disney Company
(la cual incluyó, obviamente, 20th Century Fox) implica que los derechos fílmicos
de la franquicia regresen a Marvel. El paso natural es que Disney integre a los
X-Men (y los Fantastic Four) en el Universo Cinemático Marvel y estos sean producidos
bajo la batuta sabia y ecuánime de Kevin Feige.
Aunque seguramente Kinberg y
Lauren Shulen Donner seguirán siendo productores de las próximas cintas (porque
por eso firman unos contratos bien favorables y redituables) es obvio que no
tendrán el control creativo de los personajes. Y en vista de las cosas, es
bastante sano. Apocalipsis y Dark Phoenix (y para esos efectos, incluso Logan)
demostraron que la vieja mula no es lo que era y estos personajes necesitan
cerrar su ciclo actual y empezar desde cero con una nueva visión y un nuevo
enfoque.
El vasto universo mutante creado
por Stan Lee y Jack Kirby pero definido y expandido hasta el infinito por el
maestro Chris Claremont y las decenas de artistas virtuosos que lo acompañaron
es amplio e inmenso, y puede tener decenas de aristas, enfoques y formas de
abordaje. Hay un montón de temas y estructuras que por tiempos o decisiones no
se llevaron a cabo de la mejor manera, y esta es la oportunidad de hacerlo
bien, con energía e impacto, y sobre todo, con la experiencia de 22 películas de
triunfo y gloria.
Mientras tanto, la franquicia que
inició todo hace 19 años llega a un final. Los resultados fueron mixtos, pero
al menos nos llevamos una media docena de películas que son bastante buenas e
incluso extraordinarias, por otras tantas que son irregulares o malas. Dark
Phoenix quizá no es el final que merecía y en muchísimos aspectos queda mucho a
deber, pero conociendo los antecedentes el final pudo ser peor. Este es sólo insípido
y con un montón de buenas ideas que terminaron siendo mal o mediocremente
ejecutadas.
They will rise again.